Renovación en la Diócesis de San José
Vino Nuevo Requiere Odres Nuevos
Vino Nuevo Requiere Odres Nuevos
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo:
Hacia el comienzo del Evangelio de Marcos, Jesús explica que las viejas formas de hacer las cosas deben ser reevaluadas a medida que trae al mundo algo nuevo, el Reino de Dios. Dice: “Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierden el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos.” (Mc 2:22 NBLA)
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo:
Hacia el comienzo del Evangelio de Marcos, Jesús explica que las viejas formas de hacer las cosas deben ser reevaluadas a medida que trae al mundo algo nuevo, el Reino de Dios. Dice: “Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierden el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos.” (Mc 2:22 NBLA)
Dentro de la estructura de la Iglesia, tal como nos ha sido transmitida, algunas partes provienen directamente del mismo Jesús, y otras provienen de la tradición y de las circunstancias históricas. Algunos elementos estructurales son inmutables, mientras que otros pueden ser alterados por las autoridades legítimas, generalmente después de una consulta adecuada.
Una de las seis áreas prioritarias del Plan Pastoral Renovados en Cristo, Juntos en la Misión de la Diócesis de San José es la Renovación Estructural. Durante nuestro proceso sinodal local de los últimos tres años, ha quedado claro para los líderes y representantes de toda la diócesis que, para permitir y sostener la renovación espiritual de nuestra diócesis, la infraestructura que apoya nuestros ministerios e instituciones (es decir, parroquias, escuelas y organizaciones) necesita ser reevaluada y probablemente ajustada.
Si bien sabemos que es necesaria una “renovación estructural,” aún no estamos seguros de cómo podría ser esa nueva reestructuración. Estamos discerniendo varias posibilidades y entablando diálogos abiertos con líderes laicos y clérigos sobre preferencias, posibilidades realistas, beneficios, consecuencias no deseadas, etc. Sin embargo, todavía es necesario analizar en profundidad qué estructura necesitaríamos para sostener la renovación que creemos que Dios nos está llamando a emprender.
¿Cuál es el propósito de todo esto, podríamos preguntar? El propósito, en resumen, es que podamos proporcionar programas y recursos más adecuados para nuestros jóvenes y adultos jóvenes, para que podamos llegar a aquellos que se han alejado de la práctica de la fe y para que podamos responder de manera más adecuada a las nuevas realidades en nuestras familias y comunidades.
No soy partidario de cambiar por cambiar. Sin embargo, cuando se necesita un cambio, me armo de energía para hacerlo. Y el cambio requiere energía, sabiduría, consulta, discernimiento en oración y un debate adecuado. Por eso, mientras nos embarcamos en los próximos meses en esta inmersión profunda de consulta, evaluación y discernimiento en oración sobre el cambio estructural, ¡pido sus oraciones!
En el segundo capítulo del Evangelio de Juan, el primer milagro de Jesús fue convertir el agua en vino en las bodas de Caná. Hay varios indicadores de que el vino de la renovación y el sustento espiritual se está agotando en algunas de nuestras comunidades. Sin embargo, hay abundante esperanza y oportunidad para que Dios traiga una transformación vivificante (vino nuevo) a nuestra Iglesia local y a los ministerios que tienen los odres para sostener esta renovación.
Oremos para que el Espíritu Santo nos guíe hacia lo que Dios tiene planeado para nosotros: la renovación de nuestros corazones, nuestras familias y nuestras comunidades, en resumen, en nuestra iglesia de San José, donde todas nuestras comunidades parroquiales y escolares serán vibrantes y acogedoras, enseñando la fe, apoyándose mutuamente y enviando a las personas a compartir el amor de Cristo con todos los que encuentren en el mundo. ¡Que tengamos odres nuevos listos para este vino nuevo!