| Por El Obispo Oscar Cantú

El Método de Evangelización de Nuestra Señora de Guadalupe

En esta edición de The Valley Catholic, los artículos destacan cómo las artes sirven a nuestra fe y liturgia. En este artículo, deseo hablar sobre una obra de arte que, literalmente, no fue hecha por manos humanas: la imagen y la historia de Nuestra Señora de Guadalupe.

En las Escrituras, Dios se revela como el Artista Divino, creando el mundo de forma hermosa e intrincada — ¡y creando a la humanidad a su imagen y semejanza! ¡Qué hazaña! Como dice el salmista: “Te daré gracias, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho;

Maravillosas son Tus obras” (Salmo 139:14). En la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, sin duda podemos hablar de una pintura milagrosa, pues los científicos que la han estudiado se han maravillado de su composición y longevidad, preguntándose cómo una tela tan sencilla (tilma) de un campesino podría durar 500 años. A continuación, sin embargo, exploraremos no tanto la ciencia sino el profundo significado de la imagen para la dignidad humana y la evangelización en nuestra época.

Dignidad Humana y Participación en la Misión Cristiana

Al elegir a San Juan Diego en el cerro del Tepeyac en 1531 — un converso relativamente reciente a la fe Católica (quizás alrededor de 1524), un hombre humilde y de escasa posición social — María resalta la dignidad de toda la humanidad, sin importar su condición social. No solo reconoce la dignidad de los pobres y marginados, sino que nos muestra cómo se manifiesta, animando a Juan Diego a ser un protagonista en favor de sus compatriotas indígenas y de su salvación en Cristo Jesús. La gracia de Dios se extiende a todos.

Juan es considerado un ejemplo de dignidad y esperanza Cristiana, no solo por ser elegido, sino también por ser enviado. Es enviado a sus compatriotas indígenas para compartir la historia de las apariciones de María y el mensaje de esperanza, amor, consuelo y salvación en Cristo Jesús, ¡su divino Hijo! Esta es nuestra dignidad como Cristianos bautizados: somos elegidos, amados y enviados.

Las Tiernas Palabras de Una Madre

María interceptó a San Juan Diego en camino a la iglesia un sábado por la mañana. Se dirigió a él con ternura maternal, “Juan Dieguito, la más tierna de mis hijos.” María usa el diminutivo como muestra de cariño y ternura. El Nican Mopohua, donde se documenta el diálogo entre María y Juan, describe el canto de los pájaros en las colinas de fondo, enfatizando el encuentro placentero, gozoso y lleno de esperanza entre la Virgen del Cielo y el humilde Juan de Cuautitlán.

Solo podemos pensar en la naturaleza idílica del Edén, de la que Adán y Eva disfrutaron antes de su caída de gracia. Dios se revela no primero con argumentos, sino con la belleza, la ternura y la armonía y la paz de la naturaleza: el arte de la creación. Pensamos también en la profunda paz, la alegría y la inmensa gloria del cielo ala que todos estamos llamados, y desde la cual María habló a Juan Diego.

El Papel de los Laicos Dentro de la Iglesia

María pidió que se construyera un templo en la ladera donde se apareció. Sin embargo, le pidió a Juan Diego que fuera al obispo para compartir esta petición. De este modo, María reconoce y respeta la estructura de la Iglesia que su Hijo dejó a través de los Apóstoles. Modela el respeto por la jerarquía de la Iglesia y su legítimo papel como maestros de la fe y pastores de la Iglesia.

Juan Diego era laico, casado con María Lucía. Ambos fueron bautizados alrededor de 1524. Juan se convirtió en evangelista y catequista de sus compatriotas indígenas, compartiendo con ellos la fe cristiana, la historia de las apariciones de María y su mensaje de cuidado maternal.

Mientras que los frailes del Nuevo Mundo habían tenido un éxito limitado en la conversión de los indígenas al Cristianismo hace 500 años, María tuvo un gran éxito, a través del testimonio de San Juan Diego. Atrajo a millones de personas a la fe cristiana en un plazo relativamente corto. ¡Juan Diego, el santo laico, fue clave en esta evangelización!

Imagen Cristo-céntrica

La imagen misma “habla.” Los diseños florales de la túnica de María no eran solo motivos estéticos, sino jeroglíficos que representaban montañas (en el caso de los diseños florales más grandes) u otras ideas para los pueblos indígenas de la época. En este caso, los grandes diseños florales no representaban cualquier montaña o colina, sino específicamente el Cerro del Tepeyac, precisamente donde María se le apareció a Juan Diego y donde deseaba que se construyera el templo. La milagrosa imagen de María se convirtió así en un código para los indígenas, que relataba la historia que el mismo Juan había contado verbalmente con gran convicción a sus compatriotas.

Entre los diseños florales de la túnica de María, destaca una pequeña flor de cuatro pétalos a la altura de su vientre.Los indígenas la llamaban Nauhi Ollin. Para ellos, el Nauhi Ollin simbolizaba la plenitud y la presencia divina. Al comprender que la Virgen de la imagen milagrosa estaba embarazada (como lo indica la cinta negra alrededor de su cintura), los indígenas entendieron que su hijo por nacer era divino y que completaba la vida humana.

Lo Que Guadalupe Nos Enseña Ahora

El primer principio de la pedagogía es partir de lo conocido hacia lo desconocido. Al presentar a los indígenas a Cristo y al “Dios verdadero y vivo,” María estableció un canal de comunicación a través del lenguaje oral y visual que les permitiría comprender y, finalmente, aceptar el mensaje Cristiano.

Así, María se presenta como una mujer indígena, utilizando jeroglíficos indígenas, hablando con Juan en náhuatl, su lengua materna, para facilitar la comprensión del mensaje Cristiano. Con estos gestos, María reconoce la dignidad del pueblo indígena y su cultura, a la vez que aboga por la purificación de elementos culturales contrarios al Cristianismo, como el sacrificio humano.

Me pregunto si la metodología que usó María para llamar a los pueblos indígenas del “nuevo mundo” hace 500 años se puede aplicar hoy aquí en Silicon Valley. Quizás, a través de diversas formas de arte y modos de comunicación en nuestra cultura actual, podamos conectar con las personas donde se encuentran e invitarlas a descubrir a Jesucristo.

María, Estrella de la Nueva Evangelización, ayúdanos a llevar el rostro de Cristo en el Valle de Santa Clara.