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Una Iglesia Sinodal Después del Papa Francisco

Miembros de la Escuela Jesuita de Teología de la Universidad de Santa Clara Reflexionan Sobre el Papa Francisco y la Floreciente Sinodalidad de la Iglesia

En retrospectiva, el Sínodo sobre la Sinodalidad fue una forma de practicar las virtudes de la escucha, el diálogo y el discernimiento basada en la oración. Es una nueva forma de ser iglesia. Integrar la oración y el discernimiento en los procesos comunes para tomar decisiones es fundamental para alcanzar el objetivo de convertirnos en una Iglesia más sinodal, es decir, más perspicaz en nuestras formas de proceder; en otras palabras, una Iglesia orante, humilde y que escucha.

Vi y experimenté una Iglesia mundial verdaderamente diversa: africana, asiática, latina, europea, americana, oriental y occidental. Escuché a mujeres hablar con voz propia. Vi a jóvenes invitando a la Iglesia a la era digital. La forma en que el Papa Francisco dirigió el sínodo fue bastante discreta y humilde. Estuvo presente para acompañar a todos los delegados y fue un oyente silencioso, hablando reflexivamente solo cuando era necesario. Fue un ejemplo de escucha eclesial.

- Agbonkhianmeghe Orobator, Decano/Profesor de Teología, Delegado del Sínodo Universal


El Papa Francisco promovió una “revolución de ternura.” Recuerdo su abrazo a Vinicio Riva [el hombre con la enfermedad que le desfiguró el rostro] en 2013 en la Plaza de San Pedro. En este y tantos otros gestos, el Papa Francisco llamó a la Iglesia a un encuentro de corazón abierto. Su visión de una Iglesia sinodal está ligada al acto atrevido de atender a quienes podríamos excluir. El Papa Francisco vivió su fe con gestos que revelaron a Cristo al mundo.

- Stephen Szolosi, Director de Formación Espiritual


El Papa Francisco me acercó a Dios al mostrarme lo que significaba estar en una posición de servicio, no de poder. El Papa Francisco no era un director ejecutivo ni un presidente; era un servidor de todo el pueblo de Dios, y en sus viajes y discursos, demostró un verdadero interés por el pueblo de Dios.

- Fabio Colorado, Estudiante de Doctorado en Sagrada Teología 


En octubre de 2024, estuve en Roma durante la Segunda Congregación del Sínodo sobre la Sinodalidad y asistí a la audiencia papal entre semana con algunos de nuestros estudiantes. El Papa Francisco se sentía plenamente vivo, encantado y alegre en ese momento. Nos rodeaba entre la multitud, sonriendo y saludando. Cada vez que se acercaba a un niño pequeño, lo levantaba, lo abrazaba y le daba un dulce a ellos o a sus padres. La felicidad que nos llenó a todos —las sonrisas, la maravilla— fue profunda y duradera. El Papa Francisco trajo mucha alegría de su propia vida a la Iglesia Católica. Extrañaré su forma tan humana de vivir. Espero poder transmitir eso también a mi ministerio y a mi vida.

- Jenny Girard Malley, Decana Asistente de Vida Estudiantil y Comunitaria


Como mi padre espiritual, el Papa Francisco me reta personalmente con el ejemplo de su vida, a amar a Dios y a la humanidad con autenticidad y a defender la dignidad de cada persona. Aún recuerdo con cariño su carta a los religiosos y religiosas, donde dijo, “Un religioso melancólico no da testimonio de Cristo.” Como religioso, nos recordó que “despertemos al mundo” (¡Alegraos! Carta a los consagrados y consagradas, 3). Me sentí profundamente animado a vivir mi vida consagrada con alegría, una alegría que brota de mi relación personal con Jesús y de saberme amada por Dios con el más profundo amor.

- Maureen Ahyuwa, Estudiante de Doctorado en Teología Pastoral y Práctica