¿Cómo fue el momento en que el Obispo Cantú te ungió?

No pude dormir la noche anterior a la ceremonia. Todo el día estuve hecho un manojo de nervios. Incluso mi esposa Diane y mis amigos dijeron que podían ver la emoción que emanaba de mí. Al acercarme al Obispo Cantú, sentí un cosquilleo. Cuando me ungió, ambos sentimos la energía del momento con el Espíritu Santo. Fue como una descarga eléctrica cuando el Obispo Cantú me ungió con el aceite sagrado. ¡Fue tan genial! Saltaron chispas cuando nos dimos la mano en la ceremonia y todo mi cuerpo zumbaba.

¿Qué te hizo decidir que querías recibir la confirmación?

Me perdí la confirmación cuando asistía a la escuela y periódicamente he intentado recibir el sacramento. Me volví bastante activo en la Iglesia y recibí mi primera comunión en 1973. Decidí que quería ser confirmado en 1974. No fue sino hasta mi matrimonio en 1980 que realmente quise completar mi confirmación y comencé a investigar genuinamente cómo para completar el sacramento.

Fue un desafío rastrear mis registros de bautismo, ya que no estaba seguro exactamente en qué parte de San Francisco mis padres, ahora fallecidos, me bautizaron. Encontrar mis registros de la sagrada comunión presentó otro desafío. Una vez que los adquirí y los envié, recibí una llamada telefónica aproximadamente una semana después informándome de una clase de confirmación para adultos en curso. A partir de ahí, completé la educación necesaria solo unos meses antes de la Misa de confirmación.

¿Qué es lo que más agradece de nuestra fe católica?

Mi fe me ha mantenido vivo. Fui asignado a trabajar con la Guardia Suiza durante la primera Guerra del Golfo. Me asignaron a trabajar con diplomáticos. Mi fe solo se hizo más grande y más fuerte. Finalmente encontré un consejo de Caballeros de Colón y también soy miembro de la Sociedad del Santo Nombre, una asociación nacional dedicada a promover la reverencia por los santos nombres de Dios.

¿Qué consejo le daría hoy a alguien que aún no ha recibido la confirmación?

Sigue intentándolo. Este sacramento es esencial para nuestra alma. Mi fe solo ha crecido; realmente he encontrado una calma exquisita. Mi fe me ha servido bien, y solo puedo creer que soy un mejor hombre por haber recibido el sacramento. Deja que tu fe te sirva como tú sirves a tu fe; los dos van de la mano.