| Nathan Villalobos

Discurso de Entrega del Premio Kecharitomene de los Santos en la Ciudad 2024

 

Cada año, la diócesis otorga el Premio Kecharitomene1 a un discípulo adolescente que posee un gran celo por la evangelización. Se inspiran en las verdades de la fe católica y demuestran humildad, así como las tres virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad, en su trabajo de servicio a su parroquia y a la comunidad en general.

Buenas tardes a todos, es un placer verlos aquí. Este año, he tenido un encuentro con Jesús a través de los sacramentos, en particular en el Sacramento de la Confesión y la Sagrada Comunión. También lo he encontrado en la oración y a través de las Sagradas Escrituras.

Recibir a Jesús le permite vivir en mí, para que yo pueda crecer en amistad con Él. En la Iglesia, Él está presente dentro del sagrario y me comunico con Él a través de la adoración y la oración silenciosa. ¡Él te hablará cuando estés dispuesto a escuchar!

Al leer las Escrituras, me he encontrado con Él en sus enseñanzas morales para poder imitarlo y conocerlo. San Jerónimo dijo una vez: “La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo.” Así me doy cuenta de que debemos reconocer Su presencia a través de las Escrituras, ya que es Él y Él es la Palabra de Dios y Su presencia a través de las Escrituras es una forma concreta de conocerlo. Dios creó la tierra, el aire y los cielos, en los que me encuentro con Cristo todos los días. En cada respiración, en cada parpadeo de un ojo, reconozco la belleza de Su creación. Me esfuerzo por ver a Jesús en cada extraño, en cada enfermo y en cada prisionero. En cada encuentro con una persona que tiene hambre o sed, lo considero una oportunidad de humillarme para ayudar a los menos afortunados. En ellos lo veo presente.

Quisiera agradecer a mis padres por ser los primeros en inspirar mi fe y por haberme traído a la parroquia para adorar y trabajar como voluntario. En Nuestra Señora de la Paz comencé asistiendo a clases de catecismo y, a través de ellos, recibí mi Primera Comunión y mi Confirmación. El Padre Brian, nuestro párroco, ha influido positivamente en mi fe al darme consejos sabios.

Recientemente, me ofrecí como voluntario para ayudar en el campamento de verano de mi parroquia, que se llama “Oratorio de Verano,” donde era ayudante de un seminarista. Pasar tiempo con muchos de los seminaristas me abrió los ojos a su estilo de vida humilde y dócil. En el Evangelio de Marcos, Jesús dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo,” lo cual trato de vivir todos los días. Mi participación en la parroquia y mi fe me han hecho esforzarme por ser más como Jesús cada día. Por la gracia de Dios, trato de hacer lo mejor que puedo en todo lo que hago, ya sea en la escuela o en las tareas domésticas; deseo enorgullecer a mis padres y esforzarme por estar con los santos en el cielo.

A mis compañeros que crecen en su fe cada día, quiero que sepan que Dios nos da el espíritu del poder, amor, dominio propio y el Espíritu Santo dentro de nosotros para permitirnos ser humildes y compasivos. Entiendan que los errores son normales. Dios quiere lo mejor para nosotros y parte de eso es aprender de nuestros errores. Como dijo una vez el educador Jaime Escalante: “La vida no se trata de cuántas veces te caes, se trata de cuántas veces te levantas.”

Levantarse después de pecar, ser lo suficientemente humildes para admitir que nos equivocamos y luego ir a confesarnos es lo que todos deberíamos esforzarnos por hacer. En mi experiencia, a través de la confesión recibo Su gracia y misericordia. Dios sabe que no somos perfectos y quiere que crezcamos en este mundo, para prepararnos para el paraíso que Él tiene para nosotros, después de que aceptamos sus enseñanzas y las ponemos en práctica. ¡Juntos, nunca debemos olvidar que nuestra salvación depende del arrepentimiento, de recibirlo, y de permanecer en Él!

Nathan Villalobos y su familia son feligreses de Nuestra Señora de la Paz.

 

1Del griego “llena de gracia”. En el Nuevo Testamento, el ángel Gabriel saludó a María con “Ave, Kecharitomene” o “Dios te salve, llena eres de gracia”.