| Marissa Nichols

La Parábola de los Talentos de Mi Madre: Juli Arnold Recuerda a Joann Arnold, Ministra de Música Diocesana y Artista

“La verdad es que siempre había música en casa. Siempre. Como pez en el agua, no conocía otra cosa.” Para Juli Arnold, que creció con su madre, Joann Arnold — ministra de música durante toda su vida, quien falleció en 2024— escuchar música en casa era tan natural como respirar. Cuando su madre no tocaba el piano, daba clases o ensayaba para la liturgia parroquial.

Un Don Cultivado Desde Temprana Edad

Joann creció en Palo Alto en la década de 1950, donde su querida abuela española, Sofía, reconoció su talento desde niña. “Sofía vio el don musical de mamá y fue su primera maestra de piano. Mujer de profunda fe, sentó las bases de la vocación musical de mamá y la alentó en su desarrollo.”

Joann comenzó a tocar el piano en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario en Palo Alto. Después de que su familia se mudara al sur de la bahía, ella y su esposo, Jim, se convirtieron en feligreses de la Parroquia de San Martín en Sunnyvale, donde sus hijos —Jeannie, Jim Jr. y Juli— asistieron a la escuela de San Martín.

La Última Temporada Juntas

En el último año de vida de Joann, Juli regresó a California para cuidarla. “La artritis le había arrebatado el piano, pero no su voz,” dijo Juli. Reunidas, madre e hija volvieron a unirse al coro parroquial donde Joann había entregado su talento durante tantos años.

 “Para mí, estar con ella durante esos meses fue un regalo inesperado,” reflexionó Juli. “Volver a cantar juntas, en el lugar donde nuestra fe familiar se había nutrido, se sintió como la forma en que Dios me preparaba para el momento en que la llamara a casa. Cuando falleció repentinamente, esos recuerdos se convirtieron en la fuente de la que ahora saco fuerzas.”

Desde el fallecimiento de su madre, Juli ha seguido cantando en St. Martin's. “Al principio era en su honor, pero se ha convertido en algo más,” ella dijo. “Ahora es mi ministerio, mi acto de fe y mi manera de encontrarme con el Dios que la trajo al mundo.” Aún conserva el libro de lecciones de piano de Joann de 1946 como un preciado recuerdo de ese legado compartido.

Dolor y Gracia

 “Mamá tenía una certeza sobre Dios que nunca flaqueó,” dijo Juli. “En sus últimas semanas, me dijo que estaba lista para ver a Jesús. Yo me opuse, pero ella lo sabía. Su cercanía a Él era así de real.”

Tras el fallecimiento de Joann, Juli se sintió a la vez devastada y extrañamente reconfortada. “Mi dolor era intenso,” recordó, “pero no podía sacudirme la sensación de que simplemente había entrado en la presencia de Aquel a quien había servido toda su vida.”

La fe de Juli la ayudó a sobrellevar su pérdida. “Poco después, una amiga me invitó a un retiro de Cursillo en el Centro de Retiros Santa Clara en Soquel. Al principio, me resistí a ir. El dolor era demasiado intenso. Pero llevaba conmigo el versículo: ‘Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón’ (cf. Sal 34,18), y finalmente fui.”

En ese retiro, Juli se encontró con Cristo de una manera que nunca antes había experimentado. “En ese espacio sereno, rodeada de personas maravillosas, lo encontré. La bondad de esas personas se convirtió en sus manos y pies para mí. Sus oraciones y compasión permitieron que el amor de Dios llenara el vacío que dejó la pérdida.”

Fe Rehecha

El extenso ministerio musical de Joann abarcó la enseñanza a jóvenes pianistas, la dirección de eventos en escuelas católicas, la participación en Misas parroquiales y la colaboración con artistas locales. Ese ejemplo sigue moldeando la fe de Juli. “Lo que más me impactó fue cómo no separaba sus talentos de su fe; estaban entrelazados en una sola expresión de amor.”

Juli también compartió un recuerdo muy emotivo: “En 2003, ella y yo cantamos como contraltos en el coro diocesano para la celebración del bicentenario de la Basílica Catedral. El compositor Bob Hurd había preparado una música sublime para la ocasión, y cantamos con tal intensidad que nuestra sección se podía oír en toda la inmensa catedral. Acabamos bastante roncas aquella noche, pero felices de haber creado juntas ese recuerdo tan especial.”

Al reflexionar sobre el legado de su madre, Juli comentó: “Estoy profundamente orgullosa de mi madre. Fue un verdadero ejemplo de la Parábola de los Talentos. Nunca olvidó quién le había dado esos increíbles dones creativos. Usó su música y su arte para glorificar a Dios, desde el principio hasta su último aliento. Imagino que, con gratitud, devolvió sus talentos a su Maestro al final.”

Juli Arnold es una exbailarina, defensora de los animales, narradora de historias familiares y una criatura conforme al corazón de Dios, al igual que el Rey David (y sus padres). Está totalmente de acuerdo con la declaración de San Carlos Acutis: “¡No yo, sino Dios!” Su parroquia es San Martín en Sunnyvale.

Joann Arnold falleció en 2024 y fue ministra de música y artista durante toda su vida para la Diócesis de San José.


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