
“¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”
12 de diciembre de 2024
Estimados hermanos y hermanas en Cristo:
"El Señor escucha el clamor de los pobres" (Salmo 34,7), y nosotros, los obispos católicos de California, como pastores del rebaño de Cristo, hemos visto y escuchado la creciente angustia entre ustedes, nuestros hermanos y hermanas migrantes. Queremos asegurarles que nosotros, y nuestra madre, la Iglesia, estamos con ustedes en estos días de ansiedad. No están solos.
Sabemos que los llamamientos a las deportaciones masivas y a las redadas contra los indocumentados y las familias inmigrantes han creado un verdadero temor en muchas de las personas que pastoreamos en nuestras diócesis.
Fundamentados en el Evangelio de Jesucristo y en la dignidad sagrada de toda persona, nos comprometemos a acompañarles y a caminar en solidaridad con ustedes, nuestros hermanos, hermanas y familias migrantes, en estos momentos de incertidumbre. Los guiaremos espiritualmente, reuniremos información y recursos, y continuaremos abogando por su dignidad y unidad familiar.
El sistema de inmigración de nuestro país no funciona. No podemos permitir que continúe el desorden en nuestra frontera sur. Rogamos con ustedes para que las políticas que se adopten devuelvan la sensación de seguridad y paz tanto a los ciudadanos como a quienes buscan un hogar en esta tierra bendecida. Para lograr ese fin, las políticas deben reflejar empatía y solicitud, con la debida consideración por los derechos de los niños y de quienes huyen de países violentos y empobrecidos, sin dar tregua a los delincuentes graves.
Aunque los retos exactos que pueden surgir aún no están claros, Caridades Católicas en todo California continuará sirviendo como un recurso de confianza para aquellos con preguntas o que necesitan ayuda. Nuestro sitio web, que seguirá desarrollándose a medida que se disponga de más información, también incluirá una lista de recursos. (POR DETERMINAR).
Invitamos a nuestras comunidades católicas a seguir el ejemplo del Buen Samaritano (cf. Lc 10, 34) y a mostrar compasión por nuestro prójimo, especialmente por los más vulnerables de entre nosotros. Nuestras parroquias tienen la tradición de ser refugios de esperanza y consuelo para los solitarios y los perdidos, encarnando la paz que Cristo da. Que Nuestra Señora de Guadalupe, que recordó a Juan Diego que él era imagen y semejanza de Dios, nos recuerde a todos hoy y en los próximos días que todos somos hijos amados de Dios, a imagen y semejanza suya, independientemente de nuestro origen étnico o nacionalidad. Que nuestro cuidado mutuo hable de la dignidad de todo ser humano.
En este día, Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, se nos asegura que nunca estamos solos. En las palabras de Nuestra Señora a San Juan Diego en la cima del Tepeyac, encontramos el máximo ejemplo maternal de compasión, protección y amor, con la promesa de que siempre está con nosotros:
"¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?"
“¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría?
“¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?
“¿Acaso tienes necesidad de alguna otra cosa? Que ninguna otra cosa te aflija, que no te inquiete” (Nican Mopohua).
Les encomendamos al corazón de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de las Américas. Que encuentren consuelo en su manto maternal, y que su presencia e intercesión nos guíen hacia la humildad compasiva de los unos hacia los otros.