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Trabajando para la Protección de los Vulnerables y Sanación y Víctimas de Abuso

Perfil de discípulo Anthony Gonzalez

 

Cuénteme sobre su ministerio dentro de la Oficina para la Protección de Niños y Adultos Vulnerables y cuánto tiempo ha estado involucrado en él.

Mi función es recibir, revisar, y responder a las denuncias de presunto abuso sexual y mala conducta por parte del personal diocesano. También trabajo con varios departamentos de la Cancillería, además de parroquias y escuelas, en apoyo de los programas Diocesanos de Ambiente Seguro. Mi responsabilidad clave es supervisar que la diócesis cumpla con el Estatuto para la Protección de Niños y Jóvenes de la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, y garantizar que nuestras políticas y procedimientos se alineen tanto con las leyes civiles como con las mejores prácticas para prevenir el abuso.

¿Qué le ha impactado más espiritualmente de su ministerio?

Debo decir que es ver la fe profunda en quienes trabajan en este ministerio, pero especialmente la fe de quienes han sido victimizados por líderes de la Iglesia incluyendo el clero. El poder seguir teniendo fe en Cristo o continuar como católico después de tanta traición y dolor a manos de quienes representan a nuestro Señor y Salvador me recuerda que la presencia de Dios con nosotros es real. Aunque Sus ministros son tan defectuosos como el resto de nosotros, Dios no es la suma de sus acciones, y Su amor verdaderamente no tiene fin.

¿Qué le gustaría que otros supieran sobre su ministerio, su misión, los casos que maneja o los clientes que llegan a su puerta?

Los incidentes de abuso no siempre son en blanco y negro. Hay muchos niveles de abuso y violaciones de los límites personales pueden estar a la par con el abuso más socialmente reconocido, ambos pueden causar tanto daño. La conducta sexual inapropiada no siempre tiene la forma tradicional de conducta física. Puede ser una mala conducta emocional y espiritual, que aumenta la intensidad gradualmente y tiene sus raíces en una motivación más egoísta e impura. Mi trabajo es asegurarme de que todos respeten los límites saludables. A nivel local y nacional, existen muchos reglamentos y leyes que rigen quién puede tener acceso a grupos especiales, como a los niños. Estas políticas diocesanas salvaguardan los ministerios de la Iglesia por el bien de la gente y de la Iglesia.

Cuándo se siente más inspirado y más desafiado en su ministerio?

Encontrar la verdad y la justicia con compasión y comprensión es un camino delicado. Trabajar en las denuncias en sí es lo que más me inspira en el trabajo que hago. Los asuntos penales deben ser manejados por las autoridades civiles correspondientes.  Aún así, la mayoría de los casos de mala conducta en la Iglesia son violaciones de límites que no son criminales pero son transgresiones morales y éticas e insondablemente dañinas. Ante esta desafortunada realidad, lo mejor es intervenir en estos asuntos antes de que se conviertan en delitos y alguien sufra más daños emocionales, físicos o espirituales.

¿Por qué es importante este ministerio para usted personalmente? ¿Por qué debería ser importante para todos los católicos?

Veo nuestro ministerio como un catalizador para el cambio y un instrumento de esperanza y sanación. Nosotros, como Iglesia, hemos reconocido la necesidad de cambiar nuestro camino sobre cómo respondemos a los asuntos de abuso, apoyamos a quienes presentan denuncias contra el personal de la Iglesia, y trabajamos para lograr formas realistas y efectivas de proteger a los vulnerables. Esto se encuentra en el centro de nuestro trabajo: promover un cambio positivo dentro de la diócesis de una manera que reconozca nuestra dolorosa historia de abuso.

Tenemos el deber solemne de proteger, sanar y corregir los errores del pasado. Esa no es una tarea pequeña, pero es vital para la misión de la Iglesia y requiere colaboración y mucho trabajo. Afortunadamente, la Iglesia ha tomado grandes pasos a lo largo de los años, presentando los Estatutos de Dallas en 2002 y Vos Estis Lux Mundi más recientemente en 2019. Pero nuevamente, siempre habrá trabajo por hacer con respecto a estos esfuerzos. Debemos permanecer vigilantes para proteger y sanar del abuso, por lo que este trabajo es importante para mí personalmente y como católico.


Anthony Gonzalez es el Director de la Oficina para la Protección de Niños y Adultos Vulnerables de la Diócesis de San José. Ha trabajado para la protección de niños durante casi 20 años, comenzando con su trabajo para la Agencia de Niños Desaparecidos, Abusados y Explotados. Él cree que su fe católica continúa guiándolo, dándole la fuerza para recorrer este camino con aquellos a quienes ha ayudado. Residente actual de Fremont, reconoce que su esposa y su familia fueron fundamentales para apoyar su trabajo.

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