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 | Por Michellle Sessions DiFranco

Un té digno de la Reina del Cielo

Honrando a María, nuestra Madre

Todos los años, la escuela primaria de mis hijos organiza una Misa del Día de la Madre, seguida de una fiesta de té. Es un hermoso evento que espero con ansias, donde los niños muestran su amor y honran a sus madres.

La mejor parte es cuando los niños saludan a sus madres con un fuerte abrazo y les entregan una rosa a cada una. La experiencia es simple y pura, pero realmente me hace sentir como una reina. Todas las madres aman las flores de sus hijos.

A menudo pienso en las queridas madres entre nosotros: mi madre y mis abuelas, mis amigas que trabajan con tanto amor para criar a sus hijos, y especialmente aquellas que han pasado por la agonía de perder a un hijo. Es un gran honor que Dios confíe en nosotras para traer al mundo a una de sus preciosas almas y ayudar a criarlas. Pero requiere de tanta dedicación a veces. Y por un momento, cada año en mayo, recuerdo que todo el esfuerzo que conlleva la vocación es lo que realmente le da valor al papel. El trabajo y sacrificio se convierten en orgullo y alegría.

Por eso también honramos a María como católicos. Su decisión de asumir la maternidad fue más sagrada que cualquier otra.

Como está escrito en Lucas 1, 42: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” Pero con el mayor acto de maternidad que alguna vez haya honrado la tierra vino un sacrificio insoportable: “… y a ti misma una espada te atravesará el corazón”. (Lc 2, 35)

Pienso en lo que debió ser para María haber sido recibida por Cristo en el cielo después de la Asunción. Entre todas las demás mujeres, solo ella puede mirar al hombre crucificado y resucitado que trajo la salvación a la humanidad, fue engendrado por Dios desde siempre, además de ser parte de la Santísima Trinidad, y todavía lo ve como el tierno niño que necesitaba su guía y cuidado mientras lo criaba aquí en la tierra.

Mayo es el mes de María, y la Coronación de Mayo es algo que hacemos los católicos para honrar a la madre de Cristo y nuestra madre espiritual. Más recientemente, las fiestas de té marianas se han convertido en una forma popular de celebrar a la Reina del Cielo. En cierto modo, hacemos por ella lo que nuestros hijos hacen por sus mamás en mayo.

A tea fit for the Queen of Heaven

Michellle Sessions DiFranco es diseñadora y madre ocupada de tres hijos.

Read this article in English! (Versión en ingles)

Pan de té de limón-arándano

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  • 2 huevos
  • 1 taza de azúcar granulada
  • ¼ de taza de aceite vegetal
  • 1 taza de leche
  • 2 cucharaditas de jugo de limón recién exprimido
  • 2 tazas de harina para todo uso
  • 1 cucharada de levadura en polvo
  • ¼ de cucharadita de sal
  • 2 cucharaditas de ralladura de limón
  • 1½ tazas de arándanos
  • ½ taza de azúcar en polvo
  • Jugo de ½ limón

Precalentar el horno a 350 grados. Engrase un molde para pan de 9"x5" y póngalo a un lado. En un tazón grande, bata los huevos y el azúcar durante 30 segundos. Agregue aceite, leche y jugo de limón, y continúe batiendo hasta que se mezclen.

En un recipiente aparte, revuelva la harina, el polvo de hornear, la sal y la ralladura de limón. Agregue los arándanos y remueva hasta que se combinen.

Agregue los ingredientes secos a los ingredientes húmedos y mezcle hasta que se combinen (no demasiado). Vierta en el molde engrasado para pan y hornee durante 55-65 minutos, dependiendo del horno (verificando hasta que el palillo salga limpio). Dejar enfriar en el molde durante unos 10 minutos para luego retirar y colocar sobre una rejilla.

Para el glaseado de limón, mezcle el azúcar en polvo y el jugo de limón en un tazón pequeño. Rocíe sobre el pastel tibio. Deje que se enfríe un poco. Cortar y servir con té o café.