Llamados a la Educación Católica
Para los educadores en general, y quizás especialmente para los de las escuelas católicas, la distinción entre hogar y trabajo, vida y profesión, vocación e identidad personal, se vuelve tan pequeña que desaparece. Sin embargo, para otros, nunca existió.
Para los educadores en general, y quizás especialmente para los de las escuelas católicas, la distinción entre hogar y trabajo, vida y profesión, vocación e identidad personal, se vuelve tan pequeña que desaparece. Sin embargo, para otros, nunca existió.
Tanto María Victoria Hinkle como Nathanael Baugnon-Edwards pueden dar testimonio de la experiencia única de ser educadores educados-católicamente. Para cada uno de ellos, María es directora y Nathanael es maestro, la esencia de sus vocaciones significa transformar vidas y dejarse transformar como líderes escolares, como católicos y, sencillamente, como seres humanos.
Para cada educador, la superposición de fe, escuela, trabajo, identidad, familia y educación, que comenzó en la infancia, sigue intencionalmente formando parte de sus respectivas profesiones.
Nathanael Baugnon-Edwards enseña religión y clase de lengua inglés en Sta. Maria de la Inmaculada Concepción en Los Gatos, donde también es moderador del consejo estudiantil. Su familia es feligresa de St. Lucy en Campbell.
Nathanael Baugnon-Edwards es instructor de clase de lengua inglés en la Escuela Secundaria de Sta. Maria de la Inmaculada Concepción, Los Gatos.
Nathanael es padre de Frances, su hija de 18 meses, y esposo de Talia, otra educadora católica que dirige el programa extraescolar de St. Mary en Los Gatos, donde él enseña. “Esa es una de las ventajas de tener una comunidad escolar católica más pequeña y muy unida. Le doy gracias a mi directora porque ha sido flexible con nosotros y nos ayuda a que todo sea manejable para Talia y para mí.”
Cuando termina su día, hace intercambio de su hija, y a veces, termina sus juntas de facultad con su hija Frances saltando en su regazo. “Esta es una escuela católica, y no sólo todos lo entienden, sino que también 'han estado allí' y me han asegurado: ‘Está bien; la mayoría de nosotros tenemos hijos. Lo entendemos.’ ¿Dónde más puede suceder eso?”
Enseñar Para Formar Vidas
Ese mismo cuidado y compasión entre sus colegas también tipifica los objetivos generales de la Escuela St. Mary para los estudiantes. Nathanael lo expresa de esta manera: “Todos nuestros estudiantes son conocidos, y conocidos por su nombre, y este ha sido un tema en Saint Mary's.”
Baugnon-Edwards explica lo que esto significa en el aula: "Hay varias ocasiones en las que un estudiante simplemente necesita más seguridad en sí mismo y hay que animarlo y mostrarle amor en los momentos en los que tiene dificultades.” Es una responsabilidad que se superpone naturalmente con su fe: “Saber que en nuestros alumnos está el rostro de Dios significa que estoy llamado constantemente a amar cada vez más, repetidamente. Creo que ese desafío es una gran parte de lo que me atrajo a la enseñanza.”
Una influencia considerable para Nathanael como maestro fue la biografía de Juan Pablo II. “Habla mucho sobre esta idea de acompañamiento. Un maestro debe hacer eso ya que los estudiantes son los personajes principales, los protagonistas, y nosotros estamos para ayudarlos.”
Parte de ese acompañamiento también es formar sus acciones fuera del aula, formar estudiantes pensando en la comunidad y el mundo. “Creo que en el mundo actual las escuelas católicas son una buena oportunidad para ayudar a nuestros estudiantes a comprender quién es su prójimo y cuidar a las personas con las que no están de acuerdo.”
Su Camino Hacia la Educación Católica
El padre de Baugnon-Edwards es diácono y ambos padres eran maestros de escuelas católicas. Nathaneal trabajó como monitor de campamentos de verano por varios años, experiencia que atribuye a haberlo sacado de sí mismo y despertado su vocación por la enseñanza, “Siempre he sido muy introvertido, lo que me sacó de mi caparazón. El solo hecho de enseñar me enseñó lo que quería hacer.”
Después de la universidad, enseñó durante tres años en la Reserva Pine Ridge en Dakota del Sur a través del Red Cloud Volunteer Corps, donde conoció y se enamoró de su esposa, nativa de Santa Rosa, y donde su deseo de enseñar se profundizó. “Sabía que quería ser maestro y la Universidad de Santa Clara tenía un programa donde podía seguir enseñando y al mismo tiempo hacer mi maestría, lo cual era atractivo.” Años más tarde, se mudaron a Silicon Valley para formar su familia, lo que sin duda incluía trabajar para escuelas católicas.
La Enseñanza Como Transformación Personal
“Si no mejoras en perdonar, empatizar, y tratar de entender de dónde viene un estudiante: ya sabes, amar a las personas, sin importar lo que estén haciendo, entonces no seguirás siendo maestro.” Inscribirse para enseñar equivale a transformación personal, según su experiencia: “Cada día tengo oportunidades de aprender a ser más humano. Creo plenamente que ser educador me ha enseñado a ser un mejor padre y un mejor esposo.”
Si bien el valor del crecimiento personal es inestimable, se reconoce igualmente que es un sacrificio, y encontrar un equilibrio sigue siendo un desafío continuo. Nathanael dice con franqueza: “La educación ciertamente no es una profesión fácil. Las exigencias para los maestros son interminables. La enseñanza, como muchas profesiones, te consumirá si lo permites. Sin duda, los profesores deben aprender a establecer límites firmes.”
El Desafío de la Asequibilidad
Baugnon-Edwards compartió que le gustaría permanecer en la Diócesis de San José y eventualmente convertirse en diácono como su padre. “Somos una familia joven muy activamente católica. Queremos criar a nuestra hija de la misma manera que nos criaron a nosotros. Nos gustaría echar raíces aquí,” afirmó. Pero el desafío de costear una educación privada, y más aún vivir en Silicon Valley, es una realidad constante para familias jóvenes como los Baugnon-Edwards. Esta realidad ha llevado a que la compensación justa de los empleados se convierta en un objetivo clave en el próximo plan pastoral de renovación estructural de la Diócesis de San José.
Baugnon-Edwards expresó que sentía una gran satisfacción con la reciente decisión diocesana de brindar paternidad y maternidad remuneradas durante las primeras ocho semanas de vida de un recién nacido. “Eso fue importante, y la diócesis ha hecho un trabajo increíble al mejorar el salario de los maestros en los últimos años. Pero los precios de la vivienda aumentan igual o más rápido.” Parejas como Nathanael y Talia deben lidiar con la realidad de que la asequibilidad puede impedirles hacer de la Diócesis de San José su hogar permanente.
Enseñar Cómo Volver a Casa y Convertirse en un Hogar Para los Demás.
En muchos sentidos, las escuelas católicas se convierten en hogar tanto para los estudiantes como para los educadores y la comunidad en general. Nathanael comparte su inmensa alegría al interactuar con los estudiantes: “Todos los días tengo oportunidades de aprender a ser más humano y ser testigo del crecimiento de los estudiantes en los momentos que enfrentan.” Él comparte su reacción incluso cuando hay días difíciles en el aula: “Aún así es: amo a esos niños. Son mis niños.”
Este entorno colaborativo en un ambiente amoroso, donde la interacción personal con las familias es común, también distingue la educación católica. “La enseñanza es muy comunitaria si se hace bien. Algunos padres me llaman o me envían correos electrónicos para informarme sobre lo que está sucediendo en su vida familiar o para preguntarme si algo está sucediendo socialmente con sus niños. Las escuelas católicas se asocian con ellos como educadores primarios.” Todo esto es parte de cómo, en St. Mary y en todas las escuelas católicas, los estudiantes, las familias y los educadores son conocidos por su nombre, literal y figurativamente, como miembros valiosos de la comunidad.
Maria Victoria Hinkle es la nueva directora de la Escuela St. John Vianney después de trabajar como maestra y administradora en la Escuela St. Victor durante 22 años. Se desempeña como lectora en su parroquia, San Francisco de Asís, donde su esposo y su hijo cantan en el coro. La alegría llega a María Victoria de muchas maneras, especialmente a través de su familia.
María Victoria Hinkle, Directora de la Escuela Saint John Vianney, San José
Cuando se le preguntó por qué la gente debería considerar enviar a sus hijos a escuelas católicas, María Victoria Hinkle, una educadora que trabajó durante más de 29 años antes de convertirse en directora, respondió: “La educación católica cambia no sólo el intelecto, sino que también forma al niño en su totalidad.” Y en cuanto a por qué alguien debería considerar ser maestro en escuela católica: “Es una vocación. Cambia la vida del educador tanto como cambia la vida de los niños para siempre.”
Su Camino Hacia la Educación Católica:
María Victoria creció en Filipinas y se educó en el Convento de la Asunción de Manila. Admite que le resulta difícil decir en qué momento empezó su vocación por la enseñanza, pero le da crédito a su madre. “Siempre estuve enamorada de la docencia. Todo comenzó cuando fui testiga de cómo la enseñanza le traía tanta alegría a mi mamá. Ella cambió tantas vidas y sus alumnos la amaban. Mi mamá plantó la semilla que se convirtió en mi vocación.”
Ya en sexto grado, María Victoria preparaba a los niños para su Primera Comunión. “Recuerdo aquellos sábados por la mañana cuando mi hermana y yo íbamos a enseñar catecismo a los niños de la calle, los que vivían en la zona de ocupantes ilegales.” Como parte del programa de servicio de su escuela, se unió a programas de inmersión donde vivían con familias sin hogar. Estas experiencias le enseñaron a estar agradecida por sus bendiciones y al mismo tiempo despertaron un sentido de responsabilidad para servir a los demás. Aunque su vocación docente comenzó en Filipinas, continuó cuando llegó a los Estados Unidos en 2001. Enseñó en la Escuela de St. Victor, donde luego se convirtió en directora.
La Enseñanza como Formación de la Persona Integral
María Victoria, ahora Directora de la Escuela St. John Vianney, continúa sirviendo a su nueva comunidad escolar: “Ser maestra o administradora de una escuela católica nos llama a educar a los jóvenes hacia la transformación de la sociedad.” Reiteró este sentimiento a lo largo de su entrevista y junto con una cita de Santa María Eugenia, quien fundó las Religiosas de la Asunción, la misma orden que la instruyó a ella, a sus hermanas y a su madre en Filipinas: "Educar es establecer una persona libre.” Estas palabras han moldeado su comprensión de su misión y vocación como educadora.
Según María Victoria, liberar a los estudiantes va mucho más allá del aula. “Cuando educamos a los estudiantes, vamos más allá de marcar una diferencia académica. Está en la formación de la persona integral, en hacer volver a los alumnos a Jesús y a quien pertenecen. Así es como cada niño se da cuenta del propósito de Dios para su ser.”
Pero esto no significa que lo académico no sea importante: “Los estudiantes me visitan y me dicen cosas como: 'Sra. Hinkle, ¿recuerdas cuando leímos Matar un ruiseñor en clase? ¿Recuerdas los juicios simulados que tuvimos?’ Me cuentan cómo eso los inspiró a unirse o comenzar equipos de debate. Es importante darse cuenta de que los estudiantes se llevan consigo para siempre incluso las cosas simples que hacemos y decimos en las aulas,” compartió.
Los Niños Regresan
María Victoria resume la diferencia que hace la fe en la vocación de un educador como la profundidad que muestran a los estudiantes, lo cual es una de las razones por las que los estudiantes a menudo regresan a visitar sus escuelas primarias: “Cuando nos enfrentamos a desafíos en el aula, nunca damos por vencidos a nuestros estudiantes porque Dios nunca se da por vencido con nosotros. Un educador católico está llamado a creer en cada estudiante y ayudarlos a creer en sí mismos.” Cuando regresan después del octavo grado, la escuela secundaria, o incluso la graduación de la universidad, María Victoria y todos los educadores son testigos de los frutos de su trabajo. “Algunos regresan sólo para decir lo bien que les enseñamos a escribir un párrafo. Otros regresan y dicen cosas más profundas como: ‘Hiciste una gran diferencia en mi vida’ o ‘Gracias por no rendirte conmigo y ayudarme a no rendirme tampoco.’” Esto se debe a que las escuelas católicas buscan brindar a los estudiantes y las familias un lugar donde puedan conectarse con lo que realmente importa.
La Solución de la Escuela Católica
María Victoria cree que la educación católica brinda una solución a las distracciones mundanas de hoy al anclar a sus comunidades en lo que es esencial en la vida. “Para los jóvenes, el uso excesivo o indebido combinado de la tecnología y la presión de los compañeros pueden realmente hacer que incluso los jóvenes pierdan la fe en Dios.” Las escuelas católicas son el antídoto, ya que conectan a los estudiantes con su mejor potencial y con Dios diariamente. Esto impone una profunda responsabilidad a los educadores de las escuelas católicas. “La realidad es que la enseñanza en las escuelas católicas es mucho más exigente porque inviertes todo tu ser, no solo tus conocimientos. Se forma académicamente a los estudiantes mientras se forma su fe y se desarrolla su sentido de responsabilidad para hacer un mundo mejor.”
Enseñanza, Transformación Personal y Misión
Toda una vida en la educación católica ha significado continuas oportunidades para que María Victoria profundice su propia fe. “Al acercar a los niños a Jesús, yo también me estoy acercando a Jesús. Para mí, la mayor ganancia de servir en la educación católica es que regreso a mí misma. Aparte de estar con mi hijo y mi esposo, es donde encuentro una alegría profunda.”
La claridad de María Victoria en su visión y misión como líder de una escuela católica también está inspirada por el fuerte liderazgo del Departamento de Escuelas Católicas. “¡Tengo gran confianza en nuestra Superintendente y eso marca la diferencia! Jennifer Beltramo tiene muy clara la misión de la Iglesia y la dirección de las escuelas católicas.” Esa confianza obliga a María Victoria a continuar en su misión de soltar las alas de los estudiantes y liberarlos a través de la educación. Y ella no quiere guardarlo para sí misma: “¡Si alguien está pensando en enseñar en una escuela católica, recomiendo encarecidamente la Diócesis de San José!” MN