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 | Por Michelle DiFranco

Una simple recompensa para un buen hombre: El "milagro" del helado

El beato Solanus Casey vivió una vida extraordinaria de santidad y una profunda preocupación por los pobres y los enfermos. Fue beatificado en el Ford Field de Detroit en noviembre de 2017.

Para que se lleve a cabo la beatificación, la Iglesia requiere un milagro reconocido oficialmente. En su caso, una mujer que padecía una enfermedad genética cutánea incurable fue sanada, después de rezar en su tumba. Si bien ese fue el milagro oficial reconocido para la beatificación, hay otra historia en la vida del padre Solanus que algunas personas consideran un "milagro": ¡un milagro de helado!

Nacido en Wisconsin, en 1870, Bernard Francis Casey fue uno de los 16 hijos de padres inmigrantes irlandeses. Después de dejar la granja de su familia, trabajó como leñador, ordenanza de hospital, guardia de la prisión y operador de tranvía. Un día, mientras trabajaba, presenció un asesinato, que lo afectó profundamente; fue una experiencia que sirvió de catalizador para una vocación superior.

Se sintió atraído a ingresar al seminario, lo cual hizo, pero encontró muchos desafíos académicos allí. Debido a estos inconvenientes, fue ordenado sacerdote simplex, lo que significaba que no podía celebrar Misa ni escuchar confesiones. Sin inmutarse, vio su vocación como un regalo de Dios y decidió ser solo un sacerdote santo, por lo que aceptó gentilmente su papel de portero en el Monasterio de San Buenaventura, en Detroit. Abrazó su humilde misión con un profundo amor por Jesús y todos los que acudían a la puerta, especialmente los enfermos, pobres y afligidos. Se convirtió en el canal de Dios para tocar las almas y atender a los más necesitados. De hecho, a través de sus oraciones y bendiciones hubo muchos milagros, tanto de curación física como de conversión espiritual.

Este santo hombre escribió una vez: "Debemos ser fieles al momento presente, o frustraremos el plan de Dios para nuestras vidas". Inspiró a la gente a aceptar pacíficamente y encontrar gozo en todo, asimismo, los animó a “agradecer a Dios de antemano”, por lo que aún no ha dado.

La fiesta del padre Solanus es el 30 de julio, en pleno verano, y a menudo se cuenta una historia alegre sobre la comida favorita del verano que, contra todo pronóstico, no se derrite bajo su cuidado. En un caluroso día de verano de 1941, un compañero fraile acudió hacia él, en busca de una bendición antes de dirigirse al dentista para recibir tratamiento por una infección en su diente. El novato estaba preocupado por las consecuencias, ya que esto sería un gran revés en su formación. El padre le dio su bendición y le pidió que "confiara en Dios que todo saldría bien".

Ese mismo día, una mujer pasó por el monasterio para entregar al padre Solanus dos conos de helado como gesto de gratitud por haberla ayudado con una necesidad particular. Recibió el helado amablemente, pero estaba muy ocupado, por lo que puso los conos en el cajón de su escritorio. Más de media hora después, el joven novicio regresó e informó que el dentista no encontró nada malo en su diente, también que se había curado completa y espontáneamente, sin ninguna atención médica. El padre pensó en los conos de helado para celebrar. Ahora, uno pensaría que después de tanto tiempo en el clima caluroso del verano, el helado se habría derretido en charcos húmedos y pegajosos. Pero al abrir el cajón, los encontró tan fríos como si hubieran estado en el congelador todo el tiempo.

El padre Solanus tocó muchas vidas en su tiempo en el monasterio. Muchos creían que tenía el don de sanar. Esta historia del helado que no se derritió es hermosa en su simplicidad: una simple recompensa para un buen hombre que humildemente hace la obra de Dios.

¿Penitencia del desayuno o hábito peculiar? ¡P. Solanus Casey era conocido por mezclar su cereal, leche, azúcar, jugo y café en un tazón! ¡De ahí el sabor del helado en su honor!

Tostada de canela y helado de café sin batir

(Para 6)

  • 2 tazas de crema espesa (fría)
  • 1 lata de 14 onzas de leche condensada azucarada
  • 2 cucharadas de café exprés instantáneo o café en polvo
  • 1 ½ tazas de cereal tostado con canela (ligeramente triturado)

Coloque un molde de metal para pan de 9x5 pulgadas en el congelador, para que se enfríe durante al menos 20 minutos.

En un recipiente pequeño, combine la leche condensada azucarada con el café exprés en polvo. Puede tomarse unos minutos para revolverlo o dejarlo reposar, también durante unos minutos, después lo vuelve a revolver para que se disuelva por completo. Coloque en la nevera.

Con una batidora de mano (con el accesorio para batir), bata la crema espesa hasta que se formen picos rígidos (esto tomará de 3 a 5 minutos). Incorpora la leche condensada con sabor a café exprés y bata hasta que se combinen.

Vierta la mezcla en un molde para pan frío y congele durante 30 minutos. Retire y agregue la mitad del cereal tostado con canela, ligeramente triturado. Complete con el cereal restante. Cubra completamente y congele durante al menos 8 horas o durante la noche para obtener mejores resultados. ¡Para más delicia, sírvala en conos bañados con chocolate, enrollados en cereal extra!