| Por Padre Walter Suárez López

La Eucaristía Como Corazón de Nuestra Misión:

Una Reflexión Sobre el Plan Pastoral

Participé en el Sínodo Diocesano de enero de 2023 con una mente abierta y con la confianza de que el Espíritu Santo estaría obrando. Al mismo tiempo, no puedo negar que me sentía con anticipación y nerviosismo por lo desconocido que estaba por venir. Ser parte de la Asamblea General del Sínodo en la Universidad de Santa Clara fue una bendición, una renovación de esperanza y una gran experiencia personal. La Asamblea General, con cientos de católicos de toda la diócesis, renovó y reforzó la comunión de la iglesia local. El Plan Pastoral que resultó es una extensión de ese evento histórico. Me enorgullece decir que está imbuido del entusiasmo de la iglesia local y lleva la esperanza de la comunidad a medida que avanzamos en el proceso de renovación.

Participar en la Comisión de Planificación Pastoral para crear el plan pastoral a partir de los comentarios de los delegados no fue solo un honor, sino una experiencia transformadora. Asumir la responsabilidad de recibir los aportes de los delegados y darles forma para convertirlos en un plan práctico fue un desafío que dejó una impresión duradera. La diversidad de voces dentro de nuestra iglesia local fue un regalo, y tengo la esperanza de que nuestro trabajo colaborativo produzca un resultado positivo a través del Plan Pastoral.

Las dos palabras que resumen sucintamente mi experiencia como miembro de la comisión son esperanza y apertura. Como comunidad de iglesia local en crecimiento y renovación, con la seguridad de ser guiados por el Espíritu Santo, estábamos unidos en nuestra esperanza. La apertura también fue un concepto clave porque, durante el proceso, nuestro trabajo fue colaborativo. Sabíamos que todos estábamos trabajando hacia el mismo objetivo. Nadie trabajaba en un plan o proyecto personal y, lo que es más importante, todos estaban abiertos a la voz del Espíritu Santo.

Para mí, la parte más emocionante de la prioridad de la Adoración es la renovación de la devoción y la conexión con Cristo en la Eucaristía, la cual nuestra nueva Declaración de Misión proclama como esencial, y con razón. La Iglesia enseña hermosamente cómo la Eucaristía es la fuente y la cumbre de nuestra fe. Será maravilloso presenciar cómo estas palabras, transformadas en acciones, cobrarán forma en nuestra iglesia local. El Avivamiento Eucarístico no es sólo un proyecto más, sino el corazón de nuestra misión, nuestra fuente de alegría y fortaleza.

Espero que haya una gran renovación de nuestras celebraciones Eucarísticas. Rezo por una asistencia más fiel a la misa, para que muchos vuelvan a la iglesia y para que otros regresen después de mucho tiempo. También rezo por un espíritu renovado en quienes actualmente participan en nuestras celebraciones, lo que aumentará la vitalidad de nuestro culto.

En cuanto a los desafíos, el tema incomodo es la financiación, o al menos lo ha sido en el pasado. Comunicar las necesidades y las soluciones es fundamental para la administración necesaria para el funcionamiento de nuestra parroquia, y por lo tanto, el presupuesto, para decirlo de manera sencilla, debe ser un tema de conversación. Consideremos la música litúrgica. Contratar músicos profesionales es un desafío financiero; la mayoría de los músicos y miembros del coro son voluntarios. Crear talleres de ministerio de música litúrgica para formar y capacitar a estos maravillosos voluntarios requerirá recursos que muchas parroquias no tienen. Sin embargo, la música litúrgica es esencial para hacer que nuestras liturgias sean más acogedoras y una experiencia espiritual.

Sin duda, el momento más emotivo para mí fue la Misa que marcó la conclusión de la Asamblea General del Sínodo Diocesano, seguida de un encuentro festivo cultural. Fue entonces cuando me di cuenta de que todos nuestros sueños, proyectos y planes resultantes solo podrían llegar a buen puerto si nosotros, como comunidad, nos centramos en Cristo, que permanece con nosotros en la Eucaristía. Todos los obstáculos y las dificultades que podamos enfrentar pueden ser superados, no por nuestras fuerzas o habilidades, sino por su amor y su gracia, en cuya manifestación todos participamos.


El Padre Walter Suárez López es el párroco de la Parroquia San Atanasio en Mountain View.