
Buscando Refugio en la Misericordia de Dios
Entrevista con el Padre Manh Tran S.J., un Ex Refugiado Vietnamita
Entrevista con el Padre Manh Tran S.J., un Ex Refugiado Vietnamita
“Imaginen a un niño de 14 años escapando de la guerra en su país natal en un barco con su primo y diez desconocidos,” contó el Padre Manh Tran, recordando la época tumultuosa y traumática que vivió como refugiado. Nacido en Vietnam, uno de doce hermanos, su padre trabajaba para el Ejército de los Estados Unidos mientras su madre se aseguraba de que él y sus hermanos recibieran los sacramentos. La devota familia rezaba el rosario todas las noches, y desde pequeño, Manh Tran soñaba con ser sacerdote o maestro.
“Imaginen a un niño de 14 años escapando de la guerra en su país natal en un barco con su primo y diez desconocidos,” contó el Padre Manh Tran, recordando la época tumultuosa y traumática que vivió como refugiado. Nacido en Vietnam, uno de doce hermanos, su padre trabajaba para el Ejército de los Estados Unidos mientras su madre se aseguraba de que él y sus hermanos recibieran los sacramentos. La devota familia rezaba el rosario todas las noches, y desde pequeño, Manh Tran soñaba con ser sacerdote o maestro.
Luego llegó la guerra de Vietnam y le quitó la vida a su padre, y Manh huyó.
Un adolescente devastado, el joven Manh Tran se encontró en un campamento con su primo en Tailandia tras escapar de Vietnam en barco. Allí conoció al Padre Joe Devlin, S.J., a quien el Padre Manh considera su propio Moisés en tiempos de éxodo personal. El Padre Manh compartió cómo, “En Tailandia, la presencia del Padre Devlin sembró una semilla. Años más tarde, tras trabajar en Estados Unidos y visitar a mi familia en Vietnam, ese sueño de la infancia de ser sacerdote regresó. Fui a un retiro ignaciano y, con mucha oración y discernimiento, decidí dar un salto de fe y unirme a los Jesuitas. Eso cambió el curso de mi vida.”
El Padre David Holdcroft y el Servicio Jesuita a Refugiados
Para el Padre Manh, la ayuda del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS, por sus siglas en inglés) fue fundamental en su camino. A ellos atribuye sus éxitos en Estados Unidos, donde se licenció y trabajó en contabilidad antes de ser sacerdote. El JRS, una organización global, desarrolla estrategias con equipos locales para garantizar que las personas desplazadas se conviertan en miembros exitosos y autosuficientes de sus nuevas comunidades. En 1980, el JRS respondió cuando los “refugiados del mar,” incluido el futuro Padre Manh, huyeron del Sudeste Asiático y se asentaron en el Área de la Bahía y el Condado de Orange tras la Guerra de Vietnam.
El Padre Jesuita Australiano David Holdcroft dirige actualmente las Iniciativas de Inclusión Económica y Pathfinder del JRS, donde trabaja desde Roma, elaborando estrategias con los equipos del JRS en todo el mundo para atender mejor a las personas desplazadas. Recientemente visitó el Área de la Bahía para hablar sobre la labor del JRS. El Padre David compartió sus reflexiones sobre el reconocimiento de la dignidad de quienes buscan asilo, “Quiero decir que el refugiado, o la condición de serlo, es algo que forma parte del ADN Católico. Cristo también encaja en la definición de alguien que tuvo que huir.” Según el Padre David, “de ese grupo, y por extensión de otros grupos de personas vulnerables, podemos aprender de la fidelidad de Dios cuando empezamos a encontrarnos con ellos. De esto trata la gran parábola de Mateo 25: ‘Cuando estaba desnudo, me vistieron,’y todo lo demás».
Misericordia y Obra Misionera
Para el Padre David, una vida trabajando con quienes lo han perdido todo le ha enseñado sobre la misericordia de Dios, que se puede traducir como tener corazón (del latín: cor) o compasión por quienes sufren (miseria). Para él, esto simplemente significa que Dios nunca nos abandona. El Padre David reflexionó, “Los refugiados son seres humanos comunes que han sufrido una profunda ruptura en sus vidas debido a las decisiones o acciones injustas de otras personas. He experimentado cómo, en medio de situaciones terribles, un refugiado puede decirme: ‘Ahora solo podemos confiar en Dios.’ Todos me han ayudado a crecer en esa confianza tan necesaria para la práctica de mi fe, o incluso de la de cualquiera.”
Junto con el Padre David, el Padre Manh cree que la obra misionera surge de tener misericordia o un corazón compasivo. Desde su propia experiencia, el Padre Manh da fe del impacto concreto que la ayuda de la Iglesia a los refugiados ha tenido en su vida. “No me di cuenta en ese momento, pero mi primo nos tramitó la residencia legal en Estados Unidos a través de Caridades Católicas. Me quedé atónito al darme cuenta de que la Iglesia está involucrada en la realidad, no solo en la oración y la misa. Para mí, fue una revelación asombrosa.”
En un momento en que Estados Unidos está retirando la ayuda extranjera, las historias sobre el trabajo del Padre David con el JRS y las experiencias de primera mano de aquellos con historias como la del Padre Manh Tran pueden servir para recordarnos por qué la hospitalidad hacia los desplazados es fundamental para nuestra identidad y el núcleo de la enseñanza social católica, mientras ponemos la fidelidad de Dios en acción.
La Fe Moldeada Con el Tiempo
El Padre Manh reflexionó sobre cómo su tiempo en el campo de refugiados moldeó profundamente su fe. “A menudo me sentía abandonado por Dios, solo y con nostalgia, pero también experimentaba su fidelidad a través de quienes me cuidaban. Muchos adultos me cuidaron; eran las manos y los pies de Cristo. Ahora, como Jesuita y párroco, me esfuerzo por hacer lo mismo: acompañar, escuchar, amar y servir a los necesitados. En el ministerio parroquial, acompaño a las personas en las alegrías y las dificultades de la vida, encontrando a Cristo en su fe y resiliencia.”
El Padre David, quien nunca imaginó que se dedicaría a este trabajo, compartió, “Los refugiados me han ayudado a comprender esta dinámica de Dios invitándose a estar donde estamos, sin importar las circunstancias ni las barreras que otros, o nosotros mismos, pongamos. Me han ayudado a vivir lejos del ideal de perfección con el que crecí y me han permitido, por así decirlo, aceptar el caos. Esto es algo que me llena de profunda gratitud.”
El Padre Manh también relató cómo sus propias experiencias, combinadas con el Año Jubilar de la Esperanza 2025, han influido en sus homilías y ministerio. “Mis homilías este año se han vuelto más realistas. Hablo más sobre las realidades de la vida. También veo a Dios con claridad en los corazones rotos: en la confesión, en la cárcel y en los hospitales. Estos encuentros profundizan mi relación con Cristo y me inspiran cada día. Siento compasión cuando me encuentro con quienes sufren. Intento darles esperanza, porque yo mismo he experimentado cómo Dios me ha rescatado.”
El Padre Manh Tran es Vicario Parroquial de la Santísima Trinidad.
El Padre David Holdcroft es Especialista en Inclusión Económica del Servicio Jesuita a Refugiados.