| Por El Padre Joe Krupp

ESTIMADO P. JOE: ¿SON TODOS RACISTAS?

 

Las cosas están mucho mejor que antes; No entiendo todo lo que se dice sobre el racismo. Mi sacerdote dijo que todo el mundo es racista, y creo que es una locura. ¿Qué se supone que debo hacer al respecto?

Vaya, las cosas están locas, ¿verdad? La locura de nuestra época actual puede ser aterradora y preocupante, pero me encantaría que pensáramos en ella como una invitación para que cada persona que lea esto reflexione sobre el racismo y el cristianismo.

Una de las primeras cosas que debemos hacer es tomarnos un momento para separar esta cuestión de la política. Por más que a ambas partes les encantaría enmarcarlo de tal manera que siguiera separándonos, el debate real y la transformación necesaria deberían producirse en cada uno de nosotros, al margen de lo que queremos que sea verdad, de lo que esperamos que sea verdad o de lo que nos dicen nuestros "líderes" políticos.

Creo que la introspección es la clave. Nuestras vidas están llenas de ruido, el cual sólo aumenta nuestra sensación de impotencia e indignación. Debemos dedicar tiempo a buscar en lo más profundo de nuestro corazón, no las respuestas que nos mantienen cómodos o reafirman nuestra ideología, sino las que nos ayudarán a parecernos más a Cristo.

Esto es lo que estoy aprendiendo en mis reflexiones sobre el racismo, desde dónde participo y qué puedo hacer al respecto.

Lo primero que reconocí fue que mi nivel de exigencia era demasiado bajo. Sé a ciencia cierta que no pertenezco al KKK, que no utilizo palabras racistas y que intento servir a todos los que Dios me da para servir. Cuando me tomé un tiempo para reflexionar, me di cuenta de que ese es un buen criterio humano, pero no un buen criterio cristiano.

Necesito ser santo. Necesito ser como Cristo. Para ello, no puedo dar cabida en mi corazón a nada que no sea amor, fe y esperanza. No basta con no ser malo; debo abrazar y perseguir la bondad misma. Cualquier oscuridad que permita en mi corazón no se quedará simplemente en ese lugar; crecerá. El pecado no se detiene naturalmente; se detiene por la gracia divina y un compromiso en nuestros corazones.

Así que, necesito dejar que Jesús me guíe a través de mi corazón y ver en qué parte de este he permitido algo que juzgue a una persona basándose en su raza:

  • ¿Hago juicios internos sobre alguien porque tiene un aspecto diferente al mío?
  • ¿Me quedo callado cuando la gente hace comentarios o chistes racistas?
  • ¿Creo que Dios creó las diferentes razas intencionadamente?
  • ¿Tengo un concepto diferente de las personas que se parecen a mí que de las que no?
  • ¿Sospecho de las personas que no se parecen a mí?

Evidentemente, no se trata de una lista exhaustiva; sólo quiero ofrecer algunos principios orientativos. Al fin y al cabo, Dios quiere que abramos nuestros corazones a su luz, de modo que no permitamos ninguna mancha de pecado en ellos. No estés a la defensiva, estate abierto.

¿Qué pasa si encuentro racismo en mi corazón? Bueno, en realidad es bastante fácil: ¡arrepentirse y aceptar la misericordia de Dios! Este es el núcleo de la vida cristiana: dejamos que Dios nos guíe a través del proceso de conversión para parecernos más a él. No debería sorprendernos encontrar pecado en nuestros corazones; debería sorprendernos y alegrarnos la eficacia con la que Dios nos utiliza en medio de nuestra pecaminosidad.

Estoy creciendo en amistad con un maravilloso ministro cristiano que es negro. Él me ha ofrecido, en sus palabras, un lugar de "gracia y verdad". Me ayuda a crecer en ese espacio sin enfadarse porque necesite hacerlo. Me deja hacer preguntas y me ayuda a escuchar sus respuestas, de modo que no soy yo, una persona blanca, la que juzga si el racismo existe o es "tan malo como dicen", sino un hermano cristiano, que me guía a través de sus experiencias y me ayuda a crecer. Poco a poco, mis ojos se van abriendo y, francamente, a veces se me parte el corazón. Doy gracias a Dios por él.

Por último, no dejemos que los extremistas nos definan. No dejemos que los orientados por la agenda definan la realidad por nosotros. Creo que la mayoría de la gente no está en los extremos; o bien piensa que el racismo no es para tanto porque nunca lo ha experimentado, o bien cree que es omnipresente porque lo experimenta con demasiada frecuencia.

Para mí, la clave es esta: ¿Encuentran mis hermanos y hermanas que son diferentes a mí, en mí, una persona que les ama como hijos de Dios? ¿Les ofrezco un lugar donde su aspecto y/o sus rasgos culturales son conocidos como un don?

Al final, nos invito a recordar que cuando San Juan Apóstol tuvo una visión del cielo, vio allí a gente "de toda raza, tribu y lengua". Esta imagen se utiliza a menudo en las Escrituras; cuando Dios habla del futuro gozoso, siempre implica a muchas naciones, razas, tribus y lenguas.

Como cristianos, Jesús quiere que seamos su presencia en la tierra. Aceptemos ese reto y pidamos al Espíritu Santo nos guíe para ser hombres y mujeres que rechazan el racismo, luchan contra él y defienden la dignidad de todo ser humano.


El padre Joe Krupp es un ex escritor de comedia que ahora es sacerdote católico. @Joeinblack