| Por el padre Joseph Krupp

¿Cómo afrontar un divorcio en la familia?

Estimado padre Joe: Mi hermana y su marido se han divorciado. Es la única pareja de nuestra familia que se ha separado, y todos intentamos situarlo en el contexto de nuestra fe católica. ¿Cómo podemos afrontarlo sin juzgarlos?

Parece que hemos llegado de nuevo a este punto, en el que nuestras acciones y leyes han servido para degradar la idea del matrimonio a una especie de “noviazgo serio” que puede disolverse por cualquier motivo.

Nosotros, como cristianos, estamos llamados a ser diferentes; eso es un hecho. Las actitudes sociales sobre el matrimonio nos están llevando por un camino peligroso.

La Iglesia reconoce la triste realidad de que algunos matrimonios son destructivos para los cuerpos, almas y dignidades de las personas implicadas. Para proteger tanto la salud mental como física de los participantes y de sus hijos, es una trágica necesidad que algunas parejas se separen. Para garantizar la protección civil de cada uno de ellos y la manutención de los hijos, puede ser necesario que obtengan el divorcio civil.

Incluso después de que el estado los divorcie, la Iglesia los considera una pareja casada hasta que obtengan un Decreto de Nulidad de un tribunal. Este decreto se emite después de que la Iglesia haya estudiado todos los aspectos del matrimonio. El término anulación no transmite en qué consiste el proceso. En resumen, estamos llamados siempre y en todas partes a respetar el matrimonio. A veces, eso se traduce en buscar ayuda, trabajar juntos para resolver los problemas, así como luchar por el matrimonio con todo el corazón y alma. A veces, por respeto al matrimonio, le ponemos fin y protegemos la dignidad que Dios nos ha dado.

Entonces, ¿qué debemos hacer cuando alguien de nuestra familia se divorcia?

Sabes que voy a escribir esto: Reza. Reza por la familia. Reza por los hijos que nazcan de esta unión. Reza para que Dios te use para ser tan amoroso como Jesús.

En cuanto a juzgar, deja el juicio de los motivos a Dios. Él conoce el corazón humano y el matrimonio de tu hermana mejor que nadie. En pocas palabras, no sabes lo que no sabes. No pretendamos que conocemos la totalidad de la situación o que podemos saber lo que hay en el corazón y la mente de las personas.

Si tu hermana te pide tu opinión, dásela con suavidad y cariño. No finjas que esto no es duro para ti; y no olvides que también lo es para ella. Si, por lo que comparte contigo, crees que no se está tomando en serio su voto matrimonial, dilo con amor, si te lo pide. Si puedes ayudar sin herir tu conciencia, hazlo.

No toleres los cotilleos cuando otros miembros de la familia intenten hablarte de ello. Anima a todos a rezar por todos los implicados y cambia de tema. En lugar de eso, habla de los Detroit Lions, mi equipo favorito y la fuente de mi mayor sufrimiento en la vida.

Cuando parezca que ha llegado el momento, y si sientes que es lo correcto, habla con tu hermana sobre el proceso del tribunal. Un Decreto de Nulidad no sólo permite casarse, sino que también ofrece una oportunidad de sanación y de cerrar algunas puertas.

Que Dios bendiga tu corazón por hacer esta pregunta; demuestra que te preocupas por tu hermana; además de que respetas y honras tanto a la familia como al Sacramento del Matrimonio. Confía en que Dios, que inició esta buena obra en ti y en tu hermana, la llevará a término (Flp 1, 6).

¡Disfruta de otro día en la presencia de Dios!