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 | Por Adam Cross

Hacer brillar La luz de Dios Sobre el ciberacoso

No tenemos que buscar mucho para encontrar un meme, un video corto o un post menospreciando a alguien en la World Wide Web. Despreciar a los demás en Internet se ha convertido casi en una nueva forma de arte, y el ciberacoso podría ser una palabra de moda que se aborda en la escuela y en la pastoral juvenil. Pero, ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿Por qué se utilizan las redes sociales con el propósito de menospreciar a los demás? ¿De dónde viene el clásico “ciberacosador” y qué hacemos al respecto como seguidores de Cristo?

Cómo se forma un (ciber) acosador

Desafortunadamente, el acoso no es nada nuevo. Están Caín y Abel, David y Goliat, y la lista continúa. Como dijo Alexander Solzhenitsyn: “La línea que separa el bien y el mal pasa ... por cada corazón humano”. Una cosa que tenemos que entender con el acoso es que proviene de la herida. Vivimos en un mundo con sufrimiento, pecado y trauma. Este quebrantamiento nunca fue la intención de Dios para nosotros, y como resultado de ello, cuando nos encontramos con el mal, somos heridos por él. Cuando Adán y Eva pecaron en el jardín, fueron heridos y comenzaron a creer mentiras. Empezaron a creer la mentira de que no podían confiar en Dios, que eran malos, y que estaban desnudos y avergonzados.

El acoso también proviene de mentiras. Cuando las personas creen en esencia que “no son lo suficientemente buenas, no son queridas o están solas”, a veces pueden intentar herir a los demás para sentirse mejor, lo bastante divertidas y queridas, o incluso poderosas. Estas mentiras e inseguridades se forman a partir de experiencias de sufrimiento y, a menudo, a la miseria le encanta la compañía.

Buena luz

Entonces, ¿qué hacemos cuando somos testigos de los malos frutos de las inseguridades y las mentiras en las redes sociales? Primero, debemos recordar que Dios hizo a cada persona muy buena. También debemos recordar que él llama a todas las personas a convertirse en hijos e hijas amados a través del bautismo y su Iglesia. Esto significa que estamos llamados a recordar a otros su honor y dignidad divinos. El primer paso contra el ciberacoso es abrazar nuestra bondad en Dios y buscar compartir estas buenas nuevas de amor con el mundo.

Cristo también llama a sus discípulos a ser la luz del mundo. Jesús ordena a sus discípulos que compartan esta luz con los demás para que conozcan el amor del Padre. Para ser esta luz en la oscuridad, estamos llamados a alzar la voz frente al acoso y decir la verdad de nuestro valor y dignidad solo en Dios. No sólo decimos esta verdad a aquellos que sufren de acoso, sino que también estamos llamados a decir esta verdad y responsabilidad a los acosadores. Nuestra luz para el mundo es decir la verdad de quiénes somos y para qué estamos hechos, para amar a Dios y a cada persona que pone en nuestras vidas.

No lo hagas solo

Al convertirnos en esta luz frente al acoso, nunca tenemos que hacerlo solos. Decir la verdad del Evangelio en línea o en persona puede ser intimidante. Podemos acudir a buenos amigos, ministros de jóvenes, sacerdotes, padres y mentores adultos en busca de orientación, además de sabiduría, para enfrentarnos tanto a los acosadores como a la negatividad que nos rodea. También podemos recurrir a los sacramentos y la oración para obtener la gracia de decir la verdad y amar a los que más sufren, también a los que están solos en nuestro mundo.

La realidad del ciberacoso es que es producto de un mundo roto y digital. Como católicos y seguidores de Cristo, se nos da la verdadera gracia, la gran responsabilidad y los poderosos dones para hacer brillar el amor y la verdad de Dios a todos aquellos que están rotos, heridos y perdidos cuando nos encontramos con otros en nuestra vida diaria en línea.


Adam Cross es un terapeuta matrimonial y familiar con licencia en California, y trabajó como ministro de jóvenes en su parroquia local durante 8 años. A Adam le encanta integrar la fe católica en su práctica de terapia.

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