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 | Por Adam Cross

Vivir con una mentalidad resucitada

En esta temporada de Pascua, Dios no quiere que sólo tengas huevos de Pascua y chocolate, aunque estos también sean buenos. Él quiere que tengas una comprensión nueva y radical de la realidad. En medio de la escuela, deportes, amigos y redes sociales, Dios te está llamando a pensar y a encontrarte tanto con el mundo como contigo mismo de una manera diferente, sabiendo que Jesús ha vencido verdaderamente al pecado y a la muerte.

 

Visión celestial

La Pascua presenta la sorprendente realidad de que la muerte no es el final. Jesús nos muestra que después de ser azotado, escarnecido y brutalmente ejecutado, hay vida nueva y abundante. Jesús nos muestra que lo que pensamos del mundo a través de una mera lente humana no es la imagen completa. Él nos llama a encontrarnos con la realidad sobrenatural y el poder de nuestro Padre celestial.

Recuerda la verdad

Viviendo en un mundo roto y desordenado, es fácil creer mentiras sobre nosotros mismos, como "soy malo", "no soy digno de amor", "estoy solo" y "no tengo esperanza". Estas mentiras pueden sentirse especialmente ciertas cuando nos encontramos con el pecado, el sufrimiento o el mal, como una relación rota con uno de nuestros padres, el acoso que hemos sufrido, la pérdida de alguien cercano, o una adicción o pecado con el que estamos luchando. En medio de todo esto, Jesús revela plenamente la verdad de que Dios es un Padre perfecto y todo amor que quiere pasar la eternidad con nosotros. A través de la verdad de Cristo y su resurrección, tu sufrimiento tiene tanto un propósito como un significado, y nada es imposible o sin sentido a través de él, que está presente incluso en los lugares más desordenados.

Nueva vida ahora

A medida que profundizamos en nuestra comprensión del poder de la resurrección de Jesús, estamos llamados a recordarnos esta verdad a diario. Como seres humanos quebrantados, a menudo olvidamos la Buena Nueva radical de Cristo. He aquí algunas maneras en que podemos comenzar a tener una mentalidad resucitada y ser transformados diariamente.


Combatir la amnesia: Considera la posibilidad de tomar las Escrituras y hacer listas de versículos que te recuerden el amor de Dios, así como su plan de intimidad perfecta. Recurre diariamente tanto al Evangelio como al ejemplo de los santos para encontrar la fuerza y los recordatorios que te hagan ver las cosas no sólo como las ven los humanos, sino como las ve Dios (Mt 16, 23).

El "sí" diario: Cuando luches contra el pecado, el sufrimiento o las cargas de la vida, invita a Dios a entrar en tu vida. Él anhela llevar tus cruces contigo y pide tu "sí" diario para derramar tanto su gracia como amor.

Decir las mentiras: Desenmascarar las mentiras que creemos sobre nosotros mismos, sobre los demás, así como sobre Dios, nos ayuda a arrojar luz y verdad sobre los pensamientos oscuros e inútiles que podemos estar albergando. Haz una lista y observa qué mentiras te vienen a la cabeza. Invita a Dios a transformar esas falsedades cada día.

Sanación a través de las relaciones: Tras su resurrección, Jesús comió con sus amigos y discípulos; además, siguió revelándoles el plan de amor de Dios. Dios te invita a compartir cada día tus alegrías, cargas y comidas con las personas que te rodean. Apóyate en tus hermanos y hermanas en Cristo, en tus mentores e incluso en profesionales para obtener apoyo en la búsqueda de la sanación a través de las relaciones.

Reza sin cesar: Invita a Cristo a todo lo que hagas. Dios te hizo en cuerpo, mente y alma. Él quiere darte una nueva vida, no sólo en el cielo, sino a partir de hoy. Tus pensamientos, emociones, relaciones, ejercicio y aficiones pueden ser oportunidades para invitar a Dios a tu vida diaria, así como hacer de todo lo que haces una verdadera oración en el aquí y ahora.


En este tiempo de Pascua, mira al mundo y a ti mismo a través de una lente radicalmente resucitada. Acepta la realidad de que Dios te llama a una vida nueva y vive la verdad de la Resurrección en todo lo que haces.


Adam Cross es un terapeuta matrimonial y familiar licenciado en California, y trabajó como ministro de la juventud en su parroquia local durante 8 años. A Adam le encanta integrar la fe católica en su práctica terapéutica.

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