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 | Por Patricia Mish

Me mudé por el trabajo de mis sueños (pero ahora no conozco a nadie...)

Me acabo de graduar y conseguí este gran trabajo, pero estoy en una ciudad nueva y es casi imposible conocer gente.

¡Mudarte a una nueva ciudad puede generar un gran estrés en tu vida, incluso en el mejor de los casos! Agrega a eso adaptarte a un nuevo trabajo y, posiblemente, dejar atrás a un grupo de amigos o un campus universitario lleno de actividades. El cambio puede parecer abrumador.

A continuación, se ofrecen algunos consejos que te ayudarán a realizar la transición.

Orientarte.

Da un paseo por tu vecindario y explora tu nueva comunidad. Deja las cuatro paredes de tu habitación u oficina y descubre un nuevo parque, museo o cafetería. Disfruta de una divertida salida, al menos una vez al mes.

Sigue tus pasiones (al aire libre).

¿Te gusta correr, acampar o comprar? Muchas comunidades ofrecen clubes para correr y algunos puntos de venta dedicados a actividades al aire libre ofrecen viajes de aventuras. ¿Te gustan más los zapatos poco prácticos que las botas de montaña? Invita a un compañero del trabajo con tus mismos gustos a un día de compras en los centros comerciales.

Únete a una parroquia

con un grupo activo de jóvenes adultos. La mayoría ofrece una amplia gama de actividades como Theology on Tap, oportunidades de servicio y noches de cine.

¡Puedes ir a casa de nuevo! Vuelve a conectarte con viejos amigos a través de videoconferencias o cuando visites a tu familia, en el día de Acción de Gracias. Aprovecha la oportunidad para recordar cómo te conocieron y ten fe en que el Señor pondrá nuevos amigos en tu vida al entrar en este nuevo capítulo.

Recuerde las palabras de San Pablo en Filipenses: “El Señor está cerca. No se inquieten por nada; antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. (4: 5-7)