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 | Por El Rev. Robert Brocato

Las Vísperas de Nuestra Señora de Guadalupe - Cuarenta Años Después

Es noviembre de 1992 y soy seminarista asignado al Sagrado Corazón de Jesús en San José. El P. Mateo Sheedy me dice que él y algunos feligreses están planeando atravesar la ciudad caminando hasta la parroquia de Guadalupe para una celebración especial y que si ¿me gustaría ir? Le digo que sí, por supuesto, mientras estoy pensando ¡Eso es por lo menos cuatro millas! ¿No sería más fácil ir en carro?

Y en una tarde fría, un primer viernes de Adviento, un centenar de gente y yo comenzamos a caminar por la Keyes y después sobre la Story Road hacia el este de San José, todo el tiempo cantando y rezando el Rosario. Me impresionó la cantidad de familias que iban participando. ¡Y la emoción! Había personas de la tercera edad, varias mamás con carriolas, y gente de todas las edades intermedias.

Un par de horas más tarde fuimos recibidos en el caluroso santuario de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, lleno de rosas, con un desborde de cantos y aplausos. Después de que se reconoció a cada una de las parroquias participantes, el obispo Pierre Dumaine presidió una sencilla y hermosa liturgia de Oración Vespertina.

Esa fue mi iniciación en lo que se llamaba las Vísperas Diocesanas de Nuestra Señora de Guadalupe, instituidas por el Obispo Dumaine cuando nació la Diócesis de San José en 1981. Iba a ser para él una oportunidad, el primer viernes de Adviento de cada año, para afirmar a los hispanos en su devoción a la Morenita que se apareció a Juan Diego en diciembre de 1531 en el cerro de Tepeyac y dejó su imagen en su tilma.

Esa noche aprendí algo de la profundidad de la fe que los hispanos expresan en su amor por Nuestra Señora de Guadalupe. Irradiaban solidaridad y alegría. Me parecía que caminaban y rezaban acompañados por seres queridos no vistos, como si fueran transportados en el tiempo y el espacio a sus lugares de origen, reviviendo las celebraciones Guadalupanas de su juventud.

Esa procesión a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe fue para ellos una profesión de fe en la historia de cómo la Madre de Jesús aseguró a un pueblo sufrido que ella estaba allí para ellos. Para mí fue una lección sobre la diferencia entre una caminata y una peregrinación, y una experiencia invaluable de unirme con las personas a las que eventualmente serviría como ministro ordenado.

Las contribuciones de los católicos hispanos en San José han sido enormes durante estos últimos cuarenta años y antes. La mayoría son inmigrantes de primera o segunda generación. Ellos, o sus padres y abuelos, han hecho tremendos sacrificios para llegar y sobrevivir aquí. Su fe está marcada por el valor, la fuerza y la alegría destilados de esos desafíos.

Su compromiso con la iglesia y comunidad locales ha dado frutos en Cursillos, el Diaconado permanente, People Acting in Community Together (PACT), San Vicente de Paul, el Center for Employment Training (CET), Sacred Heart Community Services, la Biblioteca Latinoamericana, la Gardner Clinic, por nombrar solo algunos ministerios y servicios que han florecido en nuestras parroquias del sur y del este.

El obispo Patrick McGrath fue consagrado en noviembre de 1999. Continuó la tradición anual de reunir a los fieles de San José para honrar a Nuestra Señora de Guadalupe, ahora con la celebración de misa en lugar de la Oración Vespertina.

Es noviembre de 2016 y soy párroco de Saint Mary Gilroy. El Vicario Parroquial P. José Antonio Rubio me dice que él y algunos feligreses están planeando caminar a la parroquia de Guadalupe y ¿Me gustaría ir? Le digo por supuesto que no, ¡son al menos 30 millas!

Y ante el asombro y la admiración de muchos, el primer viernes de Adviento, el P. José Antonio y una veintena de fieles zarparon por la Monterey Highway para caminar, cantar y orar todo el camino (o al menos intentarlo) a NSG.

La celebración de este año es particularmente importante. Covid-19 ha enfermado y matado a muchos. Ha causado un dolor emocional y económico incalculable. Ha trastornado la rutina de adoración de todos. La cuestión de la presencia de Dios durante este tiempo difícil ha estado en la mente de muchos.

NSG clausurará el año del Cuadragésimo Aniversario con la celebración de la Misa Diocesana de Nuestra Señora de Guadalupe el primer viernes de Adviento, el 3 de diciembre. Algunos caminarán, otros manejarán. En cualquier caso, será una peregrinación de solidaridad amorosa con la Virgen de Guadalupe.

Será una oración dinámica de párrocos, sacerdotes y fieles, reunidos con nuestro Obispo Oscar Cantú, ¡para que la Diócesis de San José sea revitalizada en el Espíritu Santo! Será una afirmación de la presencia real de Cristo entre nosotros por el estar presentes unos a otros. Será fuente de gracia para comprometernos al trabajo de reconectar con aquellos que se han alejado de nuestras parroquias durante la pandemia.

Juntos, todos peregrinos, cantaremos nuestra fe en que ¡Dios todavía está aquí! El Dios que está presente en el amor de María Nuestra Señora de Guadalupe, madre de Jesús de Nazaret y madre de todos nosotros.