Resuma brevemente sus expectativas del proceso de colaboración cuando comenzó el Equipo de Acción de Planificación para la Familia y cómo pueden haber cambiado con el tiempo.

Esperábamos aprender cómo la planeación trabaja, comprender las necesidades de nuestra diócesis y hacer todo lo posible para contribuir de la mejor manera posible. También esperábamos compartir nuestras experiencias y sueños de lo que es una diócesis activa y vibrante que pueda apoyar al Área de la Bahía. Al servir en el ministerio matrimonial, también teníamos curiosidad y esperanza por saber qué más podría hacer la diócesis para apoyar mejor a los matrimonios. A medida que avanzábamos, se hizo evidente que nuestra comunidad anhelaba un apoyo más sólido para las familias, lo que reforzaba nuestra misión que compartimos.

¿Cómo le ha transformado personal y espiritualmente trabajar en la prioridad familiar del plan pastoral para la diócesis?

Este trabajo nos ha hecho darnos cuenta de lo importante que es la familia en nuestra fe. Apreciamos cómo el Espíritu Santo guió el proceso con oraciones, reflexiones y discusiones abiertas. También reafirma cómo otros se preocupan por matrimonios sólidos, las familias y la catequesis  para nuestros hijos.

Si tuviera que elegir una o dos palabras que resumieran su experiencia como miembro del equipo de acción de planificación y planificador pastoral, ¿cuáles serían y por qué?

Nos sentimos animados y llenos de energía. Animados por la nueva dirección que está tomando la Diócesis para centrarse en la reconstrucción de nuestra comunidad católica, empezando por la raíz: la familia. Nos sentimos vigorizados por el compromiso compartido con nuestra fe y la perspectiva de crecer juntos a través de este proceso de planificación.

¿Qué faceta del plan de acción de la prioridad familiar le entusiasma más?

Nos atrajo la idea de que los padres son los primeros maestros de la fe de los niños. Exploramos cómo fomentar la participación de los padres a través del proceso de catequesis para la preparación de los sacramentos y vivir nuestra fe a través de ellos.

¿Qué aspecto del plan pastoral para la familia cree que es el cambio más notable que podemos esperar?

Esperamos con impaciencia el desarrollo de los ministerios de sanación. La curación es esencial para todos los católicos; nuestro Señor es el Médico Divino. Invitando a Jesús a sanar nuestros heridas, podemos ser liberados y restaurados en una persona plenamente integrada en mente, cuerpo y espíritu. Esto es importante para la diócesis porque, para acercarnos a Jesús, necesitamos eliminar nuestros bloqueos para abrir nuestros corazones a recibirle.

¿Puede comentar los retos a los que nos enfrentamos como diócesis a la hora de aplicar el plan de acción para una familia?

Es un gran reto atraer "manos amigas" y suscitar un compromiso genuino de nuestra ajetreada comunidad en el Área de la Bahía. Nos hemos encontrado con esto en los ministerios en los que estamos implicados. En primer lugar, nuestra diócesis debe trabajar para encender el deseo de dar prioridad a Dios como centro de la vida familiar. Sólo entonces podremos construir una comunidad acogedora para que las familias se ayuden y apoyen mutuamente a diario, en la formación de la fe y en los entornos favorables a la familia.

¿Cómo ha crecido su comprensión de la pastoral familiar?

Hemos aprendido que la pastoral familiar es mucho más que el matrimonio y los hijos; abarca todos los aspectos de la familia, desde el nacimiento hasta la muerte, y todas las vocaciones, tanto si alguien decide casarse, permanecer soltero o separarse. Trabajar en la pastoral matrimonial ha sido nuestro enfoque principal; sin embargo, después de colaborar en el plan pastoral para la familia, sentimos que nos hemos vuelto más sensibles y abiertos a una mayor gama de las necesidades de la familia.