Share this story


 | Michael Cremer and Claudia Campos

Discursos Graduaciónes del Instituto de Liderazgo Ministerial 2025: Mike Cremer and Claudia Campos

Mike Cremer: Me siento complacido y honrado por estar aquí esta noche, dirigiendo la palabra a mis compañeros, el profesorado y el personal de ILM, y a nuestros invitados de honor. Nuestra trayectoria en ILM comenzó un miércoles por la noche hace tres años, en nuestra primera clase, "Encontrándonos con Cristo,” con la Hna. Pat Galli.

Cada uno de nosotros, guiado por el Espíritu Santo, llegó a ILM por un camino diferente; algunos me dijeron que lo buscaron, otros compartieron que tuvieron que convencerse. En ese tiempo me sentía emocionado y un poco intimidado, porque me preocupaba orar “mal.” Sin embargo, la oración fue el punto de partida perfecto. La Hermana Pat nos abrió con delicadeza nuevas perspectivas de contemplación e inspiración. Personalmente, me siento bendecido por haber tenido a Anne Grycz, Directora Emérita de ILM, como facilitadora de mi pequeño grupo de oración.

Mike CremerY este fue el patrón para todas las clases de ILM: empezamos aprendiendo un poco de cristología, las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento, eclesiología, Derecho Canónico, el Vaticano II. Incluso hermenéutica, aunque todavía no estoy muy seguro de qué es. Todos fuimos tomados de la mano y guiados por los mejores de la diócesis, incluyendo sacerdotes, laicos, diáconos, profesores de la Universidad de Santa Clara y el Obispo Cantú. Tomamos fotos de nuestra clase con cada instructor como recordatorio de todas las maravillosas personas que nos animaron y guiaron mientras explorábamos juntos cada nuevo tema.

De hecho, la unidad es un tema recurrente en todo el ILM. Nuestra clase construyó una comunidad, una verdadera familia. Varios compañeros comentaron que los grupos de oración con la Hna. Pat, junto con los grupos de planificación del servicio de oración del sábado, fueron la base del crecimiento de nuestra comunidad. Oramos juntos, trabajamos en grupos pequeños, charlamos en los recreos, compartimos ideas y compartimos comidas los sábados (¡gracias, Julie!). Nos entristeció que algunos miembros de nuestra familia ILM no hayan podido completar el camino con nosotros, pero nos encantó dar la bienvenida a Steve y Cindy.

Mirando hacia atrás, veo que construir una comunidad fue una parte intencional de ILM: una práctica para desarrollar habilidades de escucha, cultivar la compasión, explorar puntos de vista, apreciar talentos, y aumentar la autoconfianza para confiar en nosotros mismos y en los demás, y crecer como líderes servidores.

Y me pareció que justo cuando nos estábamos sumergiendo en el material, era hora de empezar un nuevo tema. Podría haberme pasado semanas bebiendo a fondo de cada tema; pero solo tuvimos tiempo para una o dos copas, una prueba de muchas cosas nuevas que estudiar.

Ahora hemos llegado al final de nuestro camino en ILM. Recorrimos este camino juntos, discutiendo y debatiendo todo lo que hemos visto y oído. ¡Es hora de comenzar nuestra nueva misión! Somos enviados como los setenta y dos discípulos. Puede que parezca que aún tenemos mucho que aprender, y así es; y no llevamos, por así decirlo, ni comida ni dinero, ni una túnica de repuesto. ¡Pero estamos preparados! ILM nos ha dado una base sólida en nuestra fe. Hemos aprendido habilidades y técnicas para ayudarnos a liderar y a seguir aprendiendo. Tenemos el Espíritu Santo y nos apoyamos mutuamente. Es suficiente.

Finalmente, nos gustaría completar una última tarea para el Padre Joe Kim: [en este punto, toda la clase recitó Juan 3:16 de memoria: “Porque de tal manera amó Dios al mundo , que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.”] Que Dios los bendiga a todos.

 

 Claudia Campos: Buenas noches, Señor Obispo, párrocos, maestros, staff del ILM, compañeros, familia y amigos. 

Hoy es un día de mucho gozo y gratitud.  Nos reunimos aquí no solo para celebrar el final de esta etapa sino principalmente para dar gloria a Dios reconociendo la obra maravillosa que ha realizado en nuestras vidas durante estos 3 años en el ILM. Él nos ha sostenido, guiado y transformado, su amor y misericordia nos han acompañado en cada paso.

Claudia Campos

Desde el primer día que llegamos al ILM, fuimos llamados por Su gracia a crecer en el conocimiento de Su Palabra y a prepararnos para servir. No ha sido un camino fácil, pero él ha estado presente en cada desafío. En las noches de estudio, en los momentos de duda, en los instantes en que pensamos que no podíamos más, Su gracia siempre nos guió y fortaleció.

Hoy que miro hacia ese primer instante, veo que esto no fue algo que logramos por nosotros mismos, sino que Él lo logró dentro de nosotros. Nos ha formado no solo con conocimientos, sino con experiencias que han moldeado nuestra fe, han encendido nuestro corazón y nos han preparado para servir con humildad y amor.

Hoy quiero dar gracias a Dios, porque en Su infinita misericordia nos llamó con un propósito por nuestras vidas. Él ha sido nuestra fuerza en la debilidad, nuestra luz en la oscuridad y nuestro refugio en cada momento. 

Quiero agradecer a nuestros maestros, quienes han sido el instrumento de Dios y con paciencia y entrega nos han acompañado en este proceso. Por transmitirnos conocimientos y el inmenso amor de Dios. 

Gracias al Staff del ILM, quienes con su dedicación han hecho posible este espacio de formación. Su labor, muchas veces silenciosa, ha sido también un instrumento de Dios para nuestra formación. 

Gracias a nuestra familia y amigos, por su amor, su apoyo y oraciones. Sin duda son el reflejo del amor de Dios en nuestras vidas.

Gracias a mis compañeros de generación, porque juntos hemos crecido, aprendido y compartido la alegría de servir a Dios. Nos llevamos más que una formación; nos llevamos una hermandad en Cristo que deseo que permanezca más allá de este día

Permítanme compartirles una anécdota que nos ocurrió en esta generación. Como ustedes saben, existe un calendario de refrigerios, y cada que era nuestro turno lo hacíamos con gran entusiasmo, tal vez demasiado y creo esto por qué un día entró la Sra. Irma al salón y nos dijo que no era necesario llevar tanta comida porque siempre sobraba demasiado y tenía que repartirla al final. Tomamos su comentario muy en serio y, la siguiente vez que nos tocaba compartir, solo dos compañeras llevaron algo. 

¿Qué aprendimos de esto? Más allá del momento vergonzoso, comprendimos que en una comunidad todos tenemos una responsabilidad. No se trata solo de dar mucho o dar poco, sino de ser constantes y consistente en nuestro servicio; de responder con generosidad, pero también con equilibrio y compromiso. Así que a ustedes, que siguen en este camino, los animo a perseverar, a confiar en la gracia de Dios y a recordar que incluso en los momentos más inesperados, Él nos está enseñando. 

Hoy partimos, pero la misión apenas comienza. Todo lo que hemos recibido no es para que dárnoslo, no es de nosotros, sino que tenemos que compartirlo. El Señor nos envía a ser testigos vivos de Su amor, a proclamar con valentía la Buena Nueva y a servir con humildad.

Nunca olvidemos que el liderazgo ministerial no se trata de títulos o conocimientos, sino de corazones dispuestos a amar, a perdonar y a construir el Reino de Dios allí donde Él nos llame.  Sigamos adelante con la certeza de que Su gracia nos basta, y que Él seguirá obrando en nosotros más allá de lo que podemos imaginar.

Gracias a Dios, ¡Bendiciones!