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 | Por Doug Culp

¿Qué dices cuando un compañero de trabajo te pregunta sobre por qué ser católico?

Para fomentar nuestros esfuerzos de evangelización, esta columna de Teología 101 ofrecerá maneras de abordar diversas preguntas que los católicos pueden encontrar en compañeros de trabajo, familiares y amigos en relación con la práctica de la fe. Por supuesto, esta empresa representa sólo posibilidades, por lo que debemos recordar que nada puede sustituir el poder de dar testimonio de la Buena Nueva a través de nuestras acciones y palabras, combinado con nuestra voluntad de acompañar a otros en su camino de fe. Esto significa entablar pacientemente un diálogo con los demás, plantear preguntas, escuchar de verdad las respuestas y, quizá lo más importante, no insistir en “ganar” un debate.

La pregunta:

Mi compañera de trabajo me dijo durante el almuerzo que ella fue criada como católica y solía ir a Misa, pero que ya no va porque le parecía aburrido. Ella desearía no tener que asistir obligatoriamente a Misa. ¿Qué puedo hacer o decir para animarla?

Buscando la razón más profunda

Es un comentario interesante. Por un lado, esta compañera de trabajo ha dejado de ir a Misa, porque le parecía aburrida. En otras palabras, perdió el interés por la Misa. Por otro lado, ve a su compañera, que presumiblemente asiste a Misa con regularidad, y ve en ella algo que desea. La pregunta es, por supuesto, ¿qué es lo que ella encuentra tan deseable, en términos de lo que cree que el católico practicante obtiene de la Misa? Así que el punto de partida es identificar lo que ha despertado su interés en lugar de centrarse en las razones por las que la Misa le resulta aburrida.

Construir sobre la base de lo que ella desea

A fin de cuentas, el aburrimiento implica problemas de compromiso. Albert L. Winseman, en su libro Growing an Engaged Church: How to Stop ‘Doing Church’ and Start Being the Church Again [Cultivando una iglesia comprometida: Cómo dejar de 'venir a la iglesia' y comenzar a ser iglesia nuevamente], escribe que el compromiso está ligado en última instancia a cuán profundo es el sentimiento que uno tiene por algo que lleva al comprometerse. Implica recibir y dar; pertenecer y crecer (Gallup Press, 2007).

Winseman también identifica indicadores de compromiso. Estos indicadores van desde saber lo que se espera de nosotros, tener líderes espirituales que se preocupan por nosotros como personas, tener nuestras necesidades espirituales satisfechas, sentir que nuestra participación es necesaria para la misión, tener oportunidades de aprender y tener un mejor amigo en la parroquia.

El aburrimiento, o el desenganche, puede producirse cuando estos indicadores escasean. Por eso es tan importante centrarse en el deseo expresado en la declaración de la compañera de trabajo. Por ejemplo, lo que le atrae de la Misa es la paz que la católica practicante parece obtener, ¿a qué atribuye esta paz? ¿Qué significa la paz para cada uno de ellos? ¿Por qué falta esta paz en su vida? A partir de este deseo, la católica practicante puede empezar a entablar un diálogo con su compañera de trabajo, profundizar en su amistad, aprender sobre ella y, con suerte, crecer con ella.

Completando el círculo

El compromiso de la católica practicante con su compañera de trabajo sobre lo que esta última cree que obtiene de la Misa puede ser una oportunidad para evangelizar o compartir la Buena Nueva sobre la Misa. Por supuesto, ella quiere evangelizar de una manera que conduzca al deseo de la compañera de volver a participar en la Misa (lo que significa tener en cuenta los indicadores anteriores de participación). Por ejemplo, el Catecismo nos enseña que la palabra “liturgia” significa originariamente “obra o quehacer público”, o un “servicio de parte de y en favor del pueblo” (CIC #1069). Para el cristiano, significa la "participación del pueblo de Dios en ‘la obra de Dios’”. En otras palabras, Cristo continúa la obra de nuestra redención en, con y a través de la Iglesia, que es su cuerpo. Nótese que esto significa que nuestra participación es necesaria para esta misión, y que tenemos expectativas claras. Significa pertenecer a algo más grande que nosotros mismos.

Además, la Misa es un sacramento de comunión entre Dios y la humanidad, también de comunión entre los vecinos. Idealmente, la Misa, al compartir la palabra de Dios y tanto el cuerpo como la sangre de Cristo, construye una comunidad que se cuida, se pertenece y apoya el crecimiento espiritual de sus miembros. En otras palabras, la Misa implica recibir y dar, pertenecer y crecer.


Avivar el fuego

Cuando alguien expresa el deseo de obtener de la Misa lo que tú recibes de esta, considera lo siguiente:

  1. Invítalo(a) a asistir a Misa contigo.
  2. Invítalo(a) a un grupo de oración o un estudio bíblico.
  3. Anímalo(a) a explorar un programa de Catholics Returning Home (CRH), y ve con él/ella.
  4. Crea un espacio seguro para que sigan hablando de su camino de fe contigo.

El acompañamiento y el diálogo son claves, ya que el camino de fe de cada persona debe ser respetado y honrado.