Encontrar la Acción de Gracias en la Aflicción
Trigger Warning: Death, Physical and Emotional Trauma, Grief, Loss
Trigger Warning: Death, Physical and Emotional Trauma, Grief, Loss
Durante mis treinta y cinco años como enfermero de traumatología pediátrica y sirviendo como enfermero comunitario de fe, muchos de mis colegas y yo hemos tenido el privilegio de tratar, consolar y sufrir junto con muchas personas en momentos de enfermedades muy difíciles. También enfrentamos muchas circunstancias llenas de tragedia y aflicción.
Un enfermero comunitario religioso está capacitado para trabajar con iglesias, grupos religiosos y programas basados en la fe. Incorporamos el cuidado intencional del espíritu en nuestros puestos, que pueden ser remunerados o como voluntarios, y debemos mantener nuestras licencias de enfermería actualizadas para ministrar.
Durante los días santos agrupados hacia el final de cada año, encuentro oportunidades para reflexionar sobre cómo encontrar la acción de gracias a pesar de que mi posición me presenta experiencias difíciles relacionadas con la atención médica en las vidas de los pacientes a quienes atiendo.
Tratar
“Tratar” a alguien significa cuidar de otra persona física, emocional, y espiritualmente. En el contexto de la sanación del cuerpo humano, la medicina moderna suele descuidar el aspecto espiritual. Somos seres espirituales que tenemos una experiencia humana, por lo que interactuar con el espíritu, el alma, es crucial para mantener un equilibrio de atención holística genuina. Al hacerlo, podemos encontrar bienestar mientras vivimos con una enfermedad grave o nos recuperamos de una lesión grave.
¡Y a veces ocurren milagros! Por ejemplo, cuando dirigía un centro de traumatología pediátrica, recuerdo una circunstancia en la que un niño sufrió una lesión cerebral que puso en peligro su vida. Lo visité en la unidad de cuidados intensivos pediátricos (UCIP) y oré con su madre y su tía junto a su cama. A la mañana siguiente, una tomografía computarizada de su cerebro no mostró nada del sangrado original. Todavía recuerdo al médico mirando la imagen y diciendo: “No puedo encontrarla; estuvo allí ayer.” Tomamos esto como una sanación milagrosa.
Consolar y Acompañar en el Sufrimiento
Una vez, un niño de 12 años llegó al hospital después de un terrible accidente automovilístico. Mientras completaba mi papeleo, durante una evaluación neurológica, le pregunté: “¿Qué es lo último que recuerdas antes de perder el conocimiento?” Él respondió: “Mi mamá gritando.” Su madre había muerto en el accidente y, en ese momento, dejé el papeleo a un lado y me senté en oración silenciosa, sosteniendo su mano. En otra ocasión, tuve que avisar a una abuela que su nieto pequeño había muerto. Ella se abrazó a mí y lloró profundamente mientras le entregaba el cuerpo del pequeño que envolví en una cobija. Yo también lloré con ella, pero luego fui consolado por mi fe y la compasión de nuestro Señor porque, como nosotros, “…Jesús lloró” (Jn 11,35 NBLA).
Como muchos otros, yo también he luchado por comprender el lugar del sufrimiento en nuestra relación con Dios. Al aprender sobre el sufrimiento redentor a lo largo de los años, me he dado cuenta de que a través de la gracia, el dolor puede transformarse en algo profundamente significativo e instructivo. Puede acercarnos más a nuestro Señor, que sufrió inmensamente, y crear una compasión trascendente y un deseo de consolar a los demás.
Acción de Gracias en la Aflicción
Agradezco la gracia de la compasión o la capacidad de sufrir con otros. Sufro de depresión. Unir mi sufrimiento personal al de los demás me ha permitido dedicarme más profundamente a quienes soportan dolor emocional, psicológico o físico. Al alinear mi cruz con la del Señor, puedo brindar un cuidado más amoroso a los demás.
El sufrimiento proporciona una perspectiva de que nuestra vida no se trata de nosotros. Puede convertirnos en mejores personas, pero sólo si vemos la situación a través del lente del amor de Dios. Quienes lo entienden tienden a apreciar el ahora. Mis colegas católicos en el sector de la salud, los muchos que sufren, y yo podemos dar testimonio de que realmente encontramos gratitud y acción de gracias ante cualquier dificultad y aflicción. Seguimos descubriendo cada día que en las experiencias humanas difíciles reside la invitación a enamorarnos más profundamente de Dios y encontrar compasión y amor genuinos por los demás.
Carlos Flores RN es un catequista maestro que fue comisionado para el liderazgo del ministerio eclesial laico en 2014 por la Diócesis Católica Romana de Fresno. Tiene más de 40 años de experiencia en el ministerio católico en una variedad de ministerios locales y en los medios que han llegado a más de 100,000 personas. Después de jubilarse, él y su esposa Sally se mudaron a Flint, Texas, donde ahora trabaja como enfermero comunitario religioso. Son feligreses de la Parroquia Santa María Magdalena.