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 | Por Adam Cross

Recuerdan siempre que son hijos amados de Dios

Citando al difunto gran Mufasa en El Rey León, "Simba, recuerda quién eres". Simba cree la mentira de que él es el responsable de la muerte de su padre. Huye y olvida quién es. En la vida puede ser muy fácil creer que nos definen las calificaciones, los deportes, las redes sociales o lo que la gente piensa de nosotros. Pero esto no puede estar más lejos de la verdad. Dios nos llama a recordar quiénes y qué somos realmente.

 

El único rey verdadero

Como Simba, podemos creer tan fácilmente que nuestros fracasos nos definen. Cuando Simba huye de su hogar, olvida su verdadera identidad como hijo del rey, el verdadero heredero al trono. Y como Simba, nosotros también podemos olvidar que somos herederos de un reino. En la historia del bautismo de Jesús en el Evangelio de Mateo, escuchamos:

“Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía: ‘Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección’”. (3, 16-17)

Como católicos, estamos llamados a recordar que nuestra identidad está en ser hijos del rey celestial. Nuestro Padre es rey y en nuestros bautismos compartimos esta identidad de Cristo. Recibimos las mismas palabras: Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección.

No te creas la mentira

En este mundo, el diablo quiere que creamos que Dios está disgustado o molesto con nosotros. Podemos creernos la mentira de que de alguna manera tenemos que probar o ganarnos el amor de Dios. Estas mentiras crean tanta ansiedad, depresión y desesperación en nuestra salud mental y relaciones. Pueden impedir que experimentemos tanto paz como seguridad y que confiemos en Dios como un Padre amoroso. 

No seas el juez

San Pablo escribió a los Corintios diciendo que las mentiras de este mundo no nos definen. Nos recuerda que no debemos preocuparnos por los juicios de los demás o incluso de nosotros mismos. Él dice: 

“En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo … mi juez es el Señor. (1 Co 4, 3-4)

San Pablo nos recuerda que los juicios de los demás o de nosotros mismos no importan. El único juez verdadero es el Señor, y en este momento, Él anhela derramar su misericordia sobre nosotros como sus hijos. Pablo enfatiza la necesidad de no juzgarse a uno, porque sabe lo fácil que es como humanos ser duros o críticos con nosotros mismos. Dios nos llama a cambiar nuestra vida y seguirlo, pero nunca nos llama a ser menospreciadores o duros con uno mismo. Dios, como nuestro Padre, nos ve como sus hijos amados y quiere que vivamos esta verdad todos los días.

Regalo gratis

Ninguna cantidad de buenas obras compensará la pasión de Jesús por nosotros en la cruz. Es el mayor regalo gratuito de amor de Dios para nosotros. Tampoco podemos perder nuestra identidad como hijas o hijos amados de Dios por fallas o errores. ¡Con esta alegría del Evangelio, somos libres para amar y devolver nuestras vidas a Cristo como su Iglesia y discípulos! Estamos llamados a recordar diariamente quiénes somos. Eres heredero del reino y nada puede cambiar esa realidad. ¡Abraza la verdad del Evangelio y deja que tu vida sea transformada por ella! Recuerda quién eres.


Adam Cross es un terapeuta matrimonial y familiar con licencia en California, y trabajó como ministro de jóvenes en su parroquia local durante ocho años. Adam le encanta integrar la fe católica en su práctica terapéutica.

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