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 | Por Lupita Vital

Al Servicio de Dios y de su Comunidad

Escribir sobre el Padre Mateo Sheedy es un verdadero privilegio, y recordarlo en este tiempo del 40 aniversario Diocesano es mucho más. Sus ojos brillan al decir su nombre y comienzan a contarte sus memorias y anécdotas. Parece que fue ayer, te dicen, que él estaba entre nosotros. Padre Mateo Sheedy, de origen irlandés y alemán, va más allá de su propia persona para ayudar a su gente. Su compromiso con la comunidad hispana no tenía limites; iba desde el fondo de su corazón.

Yo tuve la suerte de acompañarlo hasta Delano y estar presente por dos días con el líder de los campesinos, César Chávez, y Dolores Huerta, fue cuando la huelga de la uva. Se partía el alma por ayudar a los inmigrantes, especialmente a personas sin estatus migratorio legal. Decía: “Si llega la migra a la parroquia, todos nos vamos con ellos.” No le gustaba ver a la gente sufrir. Era un comprometido hacia su pueblo.

El Obispo Pierre DuMaine, QPD decía, “Mateo se caracteriza por su lealtad a su pueblo, a su iglesia y a su sacerdocio, su franqueza con sus compañeros y su obispo, su interés serio y bien informado, no solo en su parroquia y su propio ministerio, sino también por la Diócesis y la iglesia en general. Su visión tiene un ámbito muy amplio, pero su enfoque enteramente es en su sacerdocio y su papel sacerdotal en la vida de un pueblo”.

Daba la vida porque los jóvenes estudiaran; su lucha por la educación no tenía límites, al grado de conseguir la Beca San Juan Diego con la Universidad de Santa Clara. La apertura de la Escuela Natividad fue su gran sueño hecho realidad.

Otro de sus dones muy peculiares era saber trabajar con su equipo pastoral. Su capacidad de visionaria era única. Pero sin duda el saber trabajar con la mujer como compañera y colega en la iglesia y el ministerio es lo más grande que yo personalmente he experimentado. Participaba con los laicos de forma espontánea y generosa, siempre haciendo sentir el compromiso del servicio al discipulado.

 “Yo quiero morir entre mi gente,” me dijo un día, que no olvido. Trabajaba aún enfermo. Le importaba mucho que todos en el equipo pastoral respondiéramos a las necesidades de la parroquia por muy pequeña que fuera.

Su lema era “Visión y acción,” sobre todo para con los jóvenes. Les decía. “Tenga claridad sobre lo que usted quiere, lo que espera, lo que sueña. Escríbalo y háblelo, hágalo tangible, asegúrese de que todos lo entiendan.” Comprometerse con la visión y trabajar en ella era lo ideal. Así fue como surgió el Teatro Corazón, aparentemente de la nada su amor al Corazón de Jesús y a la Virgen de Guadalupe, y todo por acabar con los sureños y los norteños miembros de las pandillas que luchaban por territorio y pescaban a los jóvenes.

Podría seguir escribiendo tanta cosa hermosa que nos legó este gran sacerdote. Pero de algo si hay seguridad el sigue latiendo en el corazón de mucha gente de la comunidad. ¡El sigue vivo!


Lupita Vital, quien trabajó como Agente de Pastoral con el Padre Mateo Sheedy en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, fue la Directora del Apostolado Hispano y Directora de Jóvenes Hispanos para la Diócesis de San José.  En el 2007, fue reconocida por la Santa Sede con la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice.